A ver, ¿cómo se regula que la gente comparta contenidos de terceros en aplicaciones de mensajería, redes sociales y demás?
En España, días atrás, Telegram se vio al borde del bloqueo por una denuncia que iba más o menos por estas líneas, involucrando una denuncia de grupos de medios como Atresmedia y Mediaset.
La queja era que en Telegram se estaban alojando contenidos protegidos por derechos de autor, y al solicitar la colaboración de la plataforma para someter a los usuarios responsables, esta se rehusó, fiel a sus políticas.
Al final, con la excusa de medir el impacto que tendría ese bloqueo sobre los 8.5 millones de usuarios de Telegram en España, la medida fue echada para atrás.
Y es así como surgen muchas preguntas. La primera, ¿en qué, exactamete, consistía la denuncia? Algunos medios hablaban de que se estaban alojando contenidos protegidos por derechos de autor en Telegram, otros hablaban de su difusión por esta vía.
¿No difundimos todos contenidos de terceros, potencialmente protegidos por derechos de autor, al compartir videos, enlaces y fotos al usar WhatsApp, Facebook, TikTok o Telegram?
¿Cuántos robos o apropiaciones de contenidos de terceros, protegidos por copyright, no suceden a diario, en todas partes del mundo?
Desafortunadamente, es difícil combatir ese fenómeno de copiar o retransmitir contenido ajeno sin el debido permiso, y el tema en sí es muy poroso porque hay cientos de instancias donde no se consideraría un delito.
En parte, esta es la razón por la que cada vez más medios cobran una pequeña suma por el acceso a sus contenidos, pero, entonces, viene cualquiera y graba eso o le toma una foto con un smartphone, y ahí vuelve el lío.
Quizás el bloqueo de Telegram o de cualquier otra plataforma no sea la solución más adecuada, porque esos recursos también inciden en algunas métricas.