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Facebook, el gran sinvergüenza
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Facebook, el gran sinvergüenza

¿Qué es preferible? ¿Hacer el bien o generar ingresos y constuir un emporio? Para Facebook, según testimonio de su exempleada Frances Haugen -amparada en documentación extraída por ella misma- la segunda opción es la única respuesta válida.

Desde hace años, en base a numerosos escándalos que han puesto en entredicho la ética de la compañía, se sabe que Facebook no es muy santa a la hora de manejarse, pero lo revelado por esta analista de datos indica hasta qué punto es cierta esta afirmación.

Estamos hablando de una compañía que, con tal de crecer y seguir generando ingresos, ha sido capaz de mentir a los inversionistas. Esto es grave, pero donde realmente la cosa se pone fea es en la forma en que Facebook utiliza a sus clientes como simples fichas de ajedrez.

Aquí y en Genoma Digital llevamos tiempo advirtiendo justo eso, que nosotros, los usuarios de redes sociales, somos peones.

En base a la data que voluntariamente regalamos, Facebook ha desarrollado un tremendo negocio donde no solamente se nos bombardea con anuncios especialmente dirigidos a nuestras necesidades y preferencias, sino donde, además, se nos manipula antojadizamente.

No es ninguna coincidencia que los contenidos con los que interactuamos en Facebook, seleccionados por un algoritmo inteligentemente desarrollado para sacarnos el jugo, apelen al odio y la rabia.

Estas dos emociones, odio y rabia, se cuentan entre las más afectivas para lograr reacciones. A nivel psicológico, la gente está programada para criticar de manera ofensiva y quejarse antes que alabar y ofrecer críticas consructivas.

Facebook estaba claro en que esta era la manera de hacer crecer su plataforma, y el resultado está a la vista: desinformación por un tubo, controversias, polarización y mucho odio, todo sin mucho control poque así conviene.

Esto lo ha dicho Frances Haugen en más de una ocasión, y hoy lo repitió ante el parlamento británico. Estas declaraciones validan lo que ha comentado una segunda exempleada de Facebook, Sophie Zhang, respecto al poco caso que se ponía a denuncias de manipuñación y sesgo en la plataforma por parte de políticos y autoridades en países represivos.

Según su propio relato, Zhang fue despedida por insistir en atacar esos problemas. Por supuesto, la razón oficial del despido fue otra, “pobre desempeño”, pero basta con leer lo que ha dicho para llegar a la concolusión de que no era así.

Haugen ra mostrado documentos que validan la denuncia de Zhang, y eso también es grave, pero quizás el mayor descaro de Facebook tenga que ver con el hecho de que ve a los adolescentes como un simple mercado en potencia al que es necesario enganchar a como dé lugar.

Según la forma retorcida de pensar a lo interno de Facebook, los adolescentes son el futuro de la plataforma. Mientras más temprano se enganchen, mejor, y para ello se les sirve un producto como Instagram, diseñado para incitar un comportamiento adictivo de parte de ese grupo tan vulnerable.

¿Qué aparece en Instagram? Para un adulto que sepa manejarse, la plataforma puede ser útil, pero para un adolescente, vulnerable y aún tratando de encajar en su mundo, esta es una pasarela de cuerpos perfectos y estilos de vida tan fabulosos como falsos. No hace falta decir la ansiedad que esto provoca.

A sabiendas del daño que provoca, Facebook ha seguido su camino de dominar al mundo, y eso hace de la compañía y su dueño el gran sinvergüenza.

Ante la abundancia de evidencias que avalan esta afirmación, es hora de reevaluar la relación que tenemos como usuarios con esta plataforma y alejarnos de ella por nuestro propio bienestar mental.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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