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¿Hasta qué punto son las plataformas responsables del contenido allí compartido?
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¿Hasta qué punto son las plataformas responsables del contenido allí compartido?

A propósito de la masacre de Nueva Zelanda y otras barbaridades que han llegado a compartirse en vivo en redes sociales hay un foco de atención puesto sobre compañías como Facebook en lo que respecta a la regulación de los contenidos allí subidos y compartidos. 



En el caso particular de la tragedia de Nueva Zelanda se ha resaltado el hecho de que Facebook fue la plataforma elegida por el asesino para compartir su hazaña con todo el mundo, acción que se había hecho acompañar previamente de un manifiesto y otros contenidos perturbadores que indicaban problemas serios. 

Facebook alega que la transmisión original en vivo alcanzó menos de 200 vistas antes de ser removido, indicando de paso que no hubo reportes de usuarios durante los 17 minutos que duró la misma, pues el primer reporte se registró 12 minutos después de que había finalizado. 

200 vistas podrá parecer un número insignificante cuando hablamos de impacto en redes sociales, pero entonces de esas 200 vistas surgieron millones de copias de un video traumático tratando de hacerse un espacio en redes sociales, llegando en algunas instancias a tener éxito. 

Facebook reporta que en 24 horas bloqueó 1.2 millones de intentos de subida del video de la tragedia, llegando momentáneamente a publicarse 200,000 copias que eventualmente fueron sacadas de circulación. Si sumamos ambos números tenemos un total de 1.5 millones de copias del video en ese lapso de tiempo, y esto es en una sola plataforma. Twitter, YouTube, Reddit y WhatsApp fueron otros medios donde se llegó a regar este contenido, con reacciones distintas ante el fenómeno. 

Social Media 3

Las redes sociales se han convertido en un ambiente viciado y poco sano. ¿Por qué será?

Ante la tragedia, y en conjunto con los esfuerzos desplegados para evitar la propagación del video, vinieron las excusas y mensajes de solidaridad de las plataformas. Con cierta razón se ha pedido a las mismas tener más cuidado a la hora de regular los contenidos e interacciones allí, pero, hay una pregunta obligada en medio de este panorama: ¿hasta dónde son Facebook,  Twitter y YouTube responsables de lo que la gente haga con sus recursos?

Cierto es que todas estas plataformas tienen políticas en pie, actualizadas cada cierto tiempo según van surgiendo situaciones, pero, según lo que se ve en la práctica, aplicarlas y hacerlas cumplir no es tan fácil. Semanas atrás se le cayó encima a YouTube por el tema de Momo -que al final resultó ser un engaño, según la versión oficial- y otros contenidos no apropiados en canales orientados a niños. Ahora la mira está en Facebook por la tragedia neozelandesa. 

Si bien las reglas están ahí, con penalidades contempladas para quienes sean atrapados violándolas, hay que recordar que las transmisiones en vivo, por su naturaleza inmediata, representan un reto adicional. Usualmente las regulaciones en torno a esta actividad se centran en temas de copyright en el caso de eventos deportivos y de permisos en el caso de propiedades privadas. Hay también restricciones y prohibiciones en lo que respecta a pornografía, violencia e incitación al odio, pero solo suelen tomarse medidas cuando algún momento denuncia una violación de políticas. 

Hoyo Negro

Las redes sociales se han convertido en un hoyo negro a más de un nivel: absorben datos, y, de paso, nuestras vidas

En respuesta a la tragedia de Nueza Zelanda el foco está puesto sobre las redes sociales por la facilidad con la que se comparten las cosas y el potencial de lograr alcances e impresiones que en una situación como esta pueden ser más un problema que otra cosa. Reforzar las políticas, elevar el nivel de las penalidades y hacer una mayor inversión en personal humano y algoritmos de inteligencia artificial son las armas que estas compañías tienen a la mano, pero, ¿qué hay de los usuarios? ¿Hasta que punto debemos cuidar lo que hacemos ahí y responder por nuestros actos?

El entorno de redes sociales es uno que está muy viciado, lleno de odio, insultos y “tiradera”, para usar un lenguaje llano. Estas plataformas fueron concebidas, al menos en teoría, para conectar gente y facilitar el intercambio de ideas. Hay usuarios que han llevado estos objetivos al extremo y hoy lo que tenemos es un espacio donde las cosas se van al extremo: sensibilidad ultradelicada por un lado y acidez insoportable por el otro. Es por eso que quienes trabajan en regulación de contenidos terminan literalmente enfermos, y aunque momentáneamente pudiera causar risa, en realidad debería llevarnos a reflexión como colectividad. 



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AUTORA

ROCIO DIAZ

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