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La inteligencia artificial no está hecha para socializar
Robot Oops

La inteligencia artificial no está hecha para socializar

¿Es la inteligencia artificial capaz de generar entre sí conversaciones que hagan sentido? ¿Pueden un par de robots salir airosos de una primera cita? El futuro inmediato, impulsado por avances en machine learning, inteligencia artificial, robótica y demás, plantea preguntas tan curiosas como las que dan inicio a este artículo.



Sí. La inteligencia artificial tiene la capacidad de generar su propio diálogo, pero, de ahí a que resulte interesante o coherente para nosotros, es otra historia. Para entender este comentario basta con ver las interacciones entre Blenderbot y Kuki, un par de chatbots que están en una cita virtual desde el 20 de octubre, culminando hoy el encuentro.

Blenderbot pertenece a la división de inteligencia artificial de Facebook. Kuki, por su parte, es de Pandorabots y se considera la chatbot más avanzada en sus habilidades de conversación.

¿Será este nuestro futuro? La primera conclusión al ver a Blenderbot y Kuki en acción es que le falta mucho a la inteligencia artificial para alcanzarnos, si es que algún día llega cerca de ahí. 

En cierto modo, es una buena noticia que -hasta ahora, al menos- la inteligencia artificial no sea capaz de recrear una experiencia social con la naturalidad y calidez que caracteriza a las interacciones humanas.

Esta cualidad social es lo que nos separa  de un invento que ha venido a convertirse en una amenaza laboral y hasta de sobrevivencia para un porcentaje considerable de la humanidad, y por ello es clave desarrollar el intelecto y las habilidades de toma de decisiones, resolución de problemas e ingenio para poder enfrentar un futuro en donde robots e inteligencia artificial tan solo irán en aumento en tareas cotidianas.

Claro está, las interacciones torpes protagonizadas hoy por Blenderbot y Kuki, quien es infinitamente superior en su desenvolvimiento, tan solo mejorarán con el paso de los días, pero es muy difícil que lleguen a desenvolverse con una naturalidad que hasta ahora solo es dominio humano.

Los robots, aunque cuando se hagan a imagen y semejanza de su creador (un humano), no tienen capacidad de pensar por su cuenta, de tomar decisiones por intuición o de mostrar sentimientos genuinos más allá de una programación que siempre tendrá sus limitantes. Cierto es que algunos avances en ese sentido meten miedo, como cuando se informó de manera un tanto sensacionalista en 2017 que un par de chatbots de Facebook había empezado a comunicarse en su propio lenguaje. 

¿Es posible esto? El experimento en cuestión involucraba dos chatbots de negociación que estaban, justamente, en una negociación. No fue que se inventaron palabras nuevas, sino que, usando inglés, variaron el tono de la conversación hasta que simplemente perdió el sentido. Hubo quienes interpretaron estas divariaciones como una especie de código secreto que evolucionó a partir de la programación original. Otros, sin embargo, restaron importancia a lo sucedido. 

Lo ocurrido con este experimento de Facebook en particular se resume, según explicó el líder del proyecto en su momento, en un desliz donde el sistema premiaba a los bots por cumplir con su meta de comunicarse en inglés, mas no hacía énfasis en premiarlos por usar correctamente el lenguaje, y de ahí salió un nuevo “lenguaje” para que los bots encerraba un sentido estratégico aún si a nivel externo parecía un disparate.

Faltan muchos avances por verse en el tema de inteligencia artificial, robots, machine learning y demás, incluyendo una posiblidad de interacciones con humanos a nivel de sociedad, pero si algo caracterizará a estas máquinas es su frialdad innata y falta de empatía. Calidez y empatía son dos cosas muy difíciles de replicar incluso por humanos cuando se ven la necesidad de guardar las apariencias en ese departamento. 



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AUTORA

ROCIO DIAZ

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