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La lucha de poder que encierra el lío OpenAI
Altman Nadella

La lucha de poder que encierra el lío OpenAI

A cuatro días de un despido tan sorpresivo como deshonroso por la forma en que se hizo, Sam Altman y el limbo existencial de OpenAI siguen dominando titulares.

Es mucho lo que ha pasado en estos cuatro días: de la sorpresa inicial se ha pasado a la especulación, la ira, la intriga y hasta la revuelta, según dejó en evidencia una carta donde más de 500 empleados de OpenAI amenazan con renunciar si Altman no vuelve.

Desde antes de esta revuelta, la junta directiva de OpenAI ha estado haciendo esfuerzos por revertir el despido y lograr el milagro de que Altman vuelva, pero hasta ahora eso no ha sido posible.

No es fortuito que la misma junta directiva que despidió a Altman esté ahora tratando de deshacer esa decisión: la ira y el disgusto de los inversionistas, con Microsoft a la cabeza, no se hizo esperar, y ahora esos inversionistas están estudiando la posibilidad de demandar a OpenAI por su mala decisión.

La junta directiva responsable de este lío ha quedado tan mal parada que los propios empleados de la compañía, en la carta ya referida, piden su renuncia tras declararla incompetente.

A todo esto, Altman ya tiene casa nueva: Microsoft, que no perdió tiempo en ver una oportunidad y acapararla en medio de la sorpresa y el caos.

¿Final feliz? Ni cerca. Todavía en la noche de este martes se habla de la posibilidad de que Altman regrese a OpenAI, una movida que a Microsoft no le haría daño alguno porque esa compañía tiene una participación de 49 por ciento en OpenAI.

En la medida en que la novela OpenAI se desarrolla y va adquiriendo nuevos matices de complejidad, resulta claro que la cuestión central no es si Altman se queda en Microsoft o si vuelve a OpenAI.

Lo que está pasando aquí, en base las informaciones que han ido saliendo a cuentagotas después del viernes, sugiere que se trata de una lucha de poder que, inicialmente, enfrentaba cuestiones éticas contra la necesidad o afán de producir dinero.

En medio de todo esto, por supuesto, yace la inteligencia artificial, tecnología que es hoy considerada el desarrollo más importante de las últimas décadas y vista como un verdadero punto de inflexión para la humanidad.

Hasta hace poco parecía que OpenAI estaba posicionada para mantener el liderazgo en desarrollo, implementación, despliegue y comercialización de la inteligencia artificial, pero el despido de Altman, supuestamente porque “iba muy rápido”, ha cambiado el panorama.

Ahora es Microsoft que se perfila como el gran ganador, algo que para los conspiranoicos haría perfecto sentido en base a las teorías que se han venido tejiendo desde la pandemia.

Microsoft, siendo una compañía enteramente comercial, no lo pensará dos veces para sacar provecho a la inteligencia artificial -como en efecto ya está haciendo- y seguir su desarrollo, independientemente de que gente como Elon Musk advierta de sus potenciales peligros.

Esa, hasta nuevo aviso, parece ser la verdadera esencia de la novela OpenAI. Solo queda esperar el desenlace.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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