Todo el mundo habla de Bitcoin en estos días, y no es para menos: la más famosa de las monedas virtuales ha estado rompiendo récords tras sobrepasar el umbral de los 10,000 dólares el pasado 28 de noviembre.
En los 10 días subsiguientes a esta hazaña, y pese al estigma de burbuja que acompaña a la moneda desde hace algunos años, Bitcoin ha subido como la espuma, llegando brevemente a superar los 17,000 dólares este jueves para bajar al poco rato y mantenerse en alrededor de 15,600 dólares, su precio al momento de publicación de este artículo.
¿Hasta cuando durará esta tendencia alcista en el precio de una moneda que, pese a su definición y aspiraciones por convertirse en referente financiero, no representa nada real a ningún nivel? Esta es la gran pregunta que vienen planteando inversionistas, economistas y gente ligada al mundo financiero sin que hasta ahora haya una respuesta concreta.
Las predicciones en torno a Bitcoin van de lo moderado a lo exagerado, pero casi siempre con una advertencia: eventualmente, cuando se acabe la euforia, el precio descenderá hasta quedar por debajo de los mil dólares.
Aunque parezca alarmista, hay que recordar que en estas cuestiones de mercado la psicología juega un papel importante. Bitcoin, pese a su misión de dar al traste con el sistema financiero tradicional, tiene el problema de que solo un porcentaje muy mínimo de la población mundial tiene una idea clara de con qué exactamente estamos lidiando aquí.
El principal atractivo de Bitcoin es la posibilidad que ofrece de no depender de un sistema centralizado y regulado para fines de transacciones. La existencia de esta moneda no es más que un reflejo del desencanto de sus creadores a propósito de la crisis financiera mundial que empezó en 2008 impulsada por la burbuja de las tasas sub-prime en Estados Unidos. Ahora bien, ¿resuelve algo realmente?
Definir qué exactamente es Bitcoin es una tarea difícil. Se sabe que es una moneda virtual, pero entonces por ahí vienen algunos de sus problemas y una de las razones por las que este concepto es visto con tanto escepticismo.
De entrada, es difícil asignar un valor -que no es lo mismo que precio- a Bitcoin, porque hasta ahora no se tiene una respuesta concreta a la pregunta de para qué sirve. El hecho de que no se trata de algo físico o tangible, que no genera ganancias o dividendos y que al parecer no está respaldada por nada hace a muchos cuestionar este esquema.
De la misma forma en que se argumenta que el valor de Bitcoin es prácticamente inexistente o nulo, hay quienes dicen que la moneda podría verse como un almacén de valor, algo así como el oro, pero en versión digital.
Como puede verse, este tema de Bitcoin es complejo. Los indicios de burbuja, al decir de connotados economistas, son evidentes, llegando a compararse incluso con la crisis del tulipán de 1637. El hecho de que próximamente se introducirá el recurso de futuros tan solo complica aún más el panorama, así como su límite teórico de 21 millones de unidades y los frecuentes robos por vía de hackeos.
¿Sabían ustedes que Bitcoin robado o perdido no se recupera jamás, o que cada transacción demanda tanta energía como la que consumen 9 hogares en Estados Unidos en un día? Se prevé para 2020 la red Bitcoin sobrepasará el consumo mundial de energía. Estos detalles tan solo confirman lo complicado que es este asunto.
