Ir al cine, ver televisión o simplemente disfrutar video streaming desde una computadora constituye una experiencia en donde nuestros sentidos de la vista y audición se ven involucrados de manera simultánea, captando así nuestra atención e interés de manera muy concentrada. Por tratarse de una experiencia tan envolvente, sobre todo en ambientes cuidadosamente controlados, desde hace décadas ha tratado de introducirse un tercer elemento: olfato, para así dar mayor realismo a lo que se presenta en las pantallas.
¿Ha funcionado esto? Históricamente, no. Sin embargo, por un asunto de que a la humanidad le gusta inventar y experimentar, se trata de una idea que cada cierto tiempo se renueva. El intento más reciente de una pantalla olfativa fue visto en Orlando, Florida, durante la conferencia IEEE Virtual Reality 2013. Allí, un grupo de japoneses de la Universidad de Tokio de Agricultura y Tecnología encabezados por Haruka Matsukara presentó su propuesta, una LCD equipada especialmente para generar una distribución focalizada de olores con la ayuda de cuatro salidas de aire ubicadas en cada esquina de la pantalla.
La idea, según el equipo de Matsukara, es poder distribuir olores dando la sensación de que se originan en un punto específico de la imagen que se ve en la pantalla. El mecanismo funciona con unas diminutas bolas de gel que se encargan de liberar los aromas. De momento, el prototipo mostrado solo puede liberar un aroma a la vez, pero, según explicó Matsukara, se trabaja en un mecanismo similar al de distribución de tintas en una impresora para así poder liberar más de un aroma.
Sin duda es una idea que llama la atención, pero, fuera del factor innovación, ¿cuál sería la utilidad de una pantalla olfativa? Bajo las circunstancias actuales, podría ser un mecanismo efectivo para fines de publicidad de comida, perfumes y cualquier otro producto y/o servicio cuyo elemento central sean los olores. Asimismo, ayudarían a dar más realismo a ciertas películas, que fue justamente la inspiración original.
Un poco de historia
Como suele ocurrir cuando se ven inventos como este, la idea de las pantallas olfativas no es nueva. Una búsqueda sobre el tema arroja evidencia de que se ha intentado hacer coincidir olores con imágenes desde 1906, cuando el empresario teatral estadounidense Samuel Rothafel (Roxy) colocó algodón impregnado en aceite de rosas bajo un abanico durante la presentación de un corto noticioso acerca del Rose Bowl.
Más adelante, en 1960, el productor de cine Mike Todd Jr. trató de hacer historia al combinar olores con partes estratégicas de su película “Scent of Mystery” (aroma de misterio en traducción libre), para lo cual usó un mecanismo conocido como Smell-O-Vision, desarrollado años antes por el suizo Hans Laube. Para “Scent of Mystery”, fueron inyectados 30 tipos de olores distintos en los asientos de las salas de cine, los cuales eran activados por la banda sonora de la película. Aunque pareció una buena idea, Smell-O-Vision no fue del agrado del público y la película como tal fue un fracaso de taquilla.
El mecanismo de Laube, originalmente llamado Scentovision, había sido presentado inicialmente en la Feria Mundial de Nueva York de 1939. Bajo el esquema mostrado, el encargado de proyectar la película controlaba la cantidad y duración de los olores activados por efecto de los sonidos.
Pocas semanas antes del estreno de “Scent of Mystery” hizo su debut en salas de cine otra película que prometía ser olorosa: “Behind The Great Wall”, la cual usaba un mecanismo llamado AromaRama para distribuir olores a través del sistema de aire acondicionado de la sala de cine. Tampoco fue del agrado del público o de los críticos.
En tiempos más recientes, específicamente en 2011, un equipo de Samsung Advanced Institute of Technology presentó a investigadores de la Universidad de San Diego un mecanismo de pantalla olfativa con la intención de buscar formas prácticas de implementación detrás de un televisor. En este caso se contemplaba un catálogo de 10,000 olores reproducidos a través de una solución acuosa a base amoníaco almacenada en un compartimiento del televisor y activado por calor.