El FBI arrestó la semana pasada en una biblioteca pública de San Francisco, Estados Unidos, a una persona llamada Ross Ulbricht que ha sido acusada, entre otras cosas, de tráfico de narcóticos, lavado de activos y hackeo de computadoras. Ulbricht, conocido en el submundo online con el sobrenombre de “Dread Pirate Roberts”, es el presunto dueño/administrador de Silk Road, un website que operaba de manera clandestina a través de la red de anonimato Tor y cuya principal actividad era la venta de drogas ilícitas a través de Internet.
Con toda la razón este caso ha sido calificado de fascinante por algunos. Hay quienes señalan que Ulbricht cometió una serie de deslices que le pusieron en evidencia, siendo el más notorio de ellos la concesión de una entrevista a la revista Forbes, y otros más señalan que, paradójicamente, hay una probabilidad muy alta de que el FBI haya jugado sucio para dar con el paradero de Roberts. De manera específica se apunta a un posible uso de malware por parte de esa agencia para descubrir a los usuarios de Tor, quienes usan esa red para mantener el anonimato.
Sin embargo, el caso Silk Road va más allá del posible grado de estupidez de Ulbricht o del uso de medios cuestionables por parte del FBI, que inmediatamente tomó el control del website. Lo que realmente llama la atención son las implicaciones de Silk Road y su mera existencia: salen a flote cuestiones de idealismo (invocadas por el acusado en su perfil de LinkedIn), el deseo innato de la humanidad hacia la desregulación, las consecuencias de esa desregulación y la aparente inutilidad de reglas ya establecidas y ampliamente aceptadas. Veamos:
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Estados Unidos constantemente evalúa y critica los pobres esfuerzos de otros países en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, en su propio terreno, alguien estableció un comercio ilícito (y muy lucrativo) de venta de drogas que se aprovechaba de las facilidades de la Web y el anonimato que muchos asocian al medio. El hecho de que las transacciones se hacían con Bitcoin, la moneda virtual que desde 2009 pretende ofrecer una alternativa al sistema monetario actual, tan solo contribuía a su evidente falta de transparencia.
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Internet como un medio que todo lo aguanta. En esta era de la información y el conocimiento, una de las principales herramientas es Internet, señalada como un potencial agente de cambio en países que históricamente no han tenido acceso a la mejor educación. Sin embargo, así como tiene su parte buena, Internet alberga muchas cosas malas que no son más que el reflejo de la propia humanidad. A modo de ejemplo está Silk Road y su venta clandestina de drogas ilícitas, pero esto es solo una muestra. En Internet aparece de todo: pornografía, comunidades extremas de fetichismo, instrucciones para hacer drogas (conjuntamente con la facilidad de comprar los materiales por esa misma vía) y hasta armas de fuego.
- El atractivo de las drogas. Entre febrero 2011 y agosto de este año se estima que el volumen de negocios en Silk Road alcanzó 1.2 mil millones de dólares. Por su parte, se calcula que Ulbricht tiene una fortuna en Bitcoin ascendente al equivalente de 80 millones de dólares. Una de las principales actividades de Silk Road era la venta de drogas, lo que pone en evidencia que hay un mercado para esa mercancía. Los llamados a desregulación obedecen a esta realidad, siendo la premisa que quizás así pierdan las drogas el atractivo del que gozan, potenciado por el encanto de lo prohibido.
- Bitcoin y su falta de credibilidad. Surgida en 2009, Bitcoin es una moneda virtual y desregulada que pretende ofrecer una alternativa sobre los sistemas financieros organizados de hoy. No cuenta con respaldo de ningún banco central o autoridad monetaria competente y es creada mediante algoritmos. Esta es una moneda de valor sumamente volátil y asociada a actividades cuestionables, como la compra/venta de drogas. En las horas subsiguientes al arresto de Ulbricht y cierre de Silk Road, Bitcoin perdió 15 por ciento de su valor.
- Idealismo, delirios de grandeza, regulación y más. Ross Ulbricht justificaba sus negocios en Silk Road como una forma de protesta ante la coerción y esclavitud que a su entender devienen del uso de fuerza pública por parte de gobiernos organizados como el de su país. Esta visión idealista quedó plasmada en LinkedIn e hizo acto de presencia en la entrevista que concedió bajo anonimato a la revista Forbes en julio pasado. Quizás esta entrevista, publicada en agosto, fue el primer paso en falso de Ulbricht, quien se consideraba en ese entonces prácticamente invencible, habiendo declarado que nunca sería atrapado. Par de semanas después de esa publicación, las cosas son muy distintas para Ulbricht, a quien acusan también de mandar a matar a dos personas que consideraba lo ponían en peligro. Para los fines contrató a un matón, cliente de Silk Road, que resultó ser un agente encubierto del FBI.
ACTUALIZACION: Ulbricht fue sentenciado a cadena perpetua en mayo 2015, condena que apeló infructuosamente: en mayo 2017 la misma fue ratificada.