La tecnología se hace cada vez más personal, con menos barreras entre usuario y máquinas a nivel de interacción, siendo un buen ejemplo de ello las pantallas sensibles al tacto que son tan comunes hoy en smartphones, tabletas y hasta en sistemas de escritorio. Un enfoque similar llevan los relojes inteligentes, las gafas tipo Google Glass y demás accesorios de uso común que caen dentro de la categoría de wearables al integrar componentes tecnológicos que permiten al usuario estar al tanto de su mundo digital manteniendo sus manos libres. Skin Buttons, desarrollado por el Grupo de Interfaces Futuras de Carnegie Mellon, viene a ser un complemento de este enfoque al expandir el alcance de estas pantallas e interfaces hasta la piel humana.
No sería la primera vez que se explora al ser humano como posible fuente de input o receptor en asuntos de tecnología, pues ya se ha visto el caso con proyectos que pretenden aprovechar la energía cinética que generamos al movernos o las conexiones eléctricas que se dan a lo interno del cuerpo humano. De la misma forma, Skin Buttons, que básicamente es una proyección de botones e íconos funcionales hacia la piel humana, viene a ser la adaptación de una idea que ya había sido presentada en 2010 por un estudiante de doctorado de la misma universidad de Carnegie Mellon, Chris Harrison.
¿Cuál es la idea? Cuando Harrison presentó su propuesta en 2010, a la que llamó Skinput, el objetivo era aplicar un enfoque verdaderamente personal a la tecnología. Con Skin Buttons, que se basa en los mismos principios, el objetivo primario es aumentar el alcance y funcionalidad de dispositivos personales, como los famosos relojes inteligentes, que a menudo se ven limitados por pantallas que son demasiado pequeñas como para resultar en interacciones cómodas.
El punto señalado por el Grupo de Interfaces Futuras de Carnegie Mellon es válido porque ciertamente los relojes inteligentes constituyen una paradoja: por un lado pretenden sustituir a los smartphones, o al menos reducir nuestra dependencia sobre ellos, pero por el otro deben integrar un diseño funcional y discreto a la vez. En pocas palabras, una pantalla demasiado grande no es algo deseable, pero a la vez tiene el potencial de limitar la funcionalidad añadida de estos relojes inteligentes. Por eso cuando Apple introdujo su propuesta en septiembre casi todo funciona con botones y no directamente en la esfera. Lo mismo puede argumentarse en el caso de propuestas como Ritot, una pulsera que está supuesta a proyectar la hora y notificaciones sobre la mano, el brazo o cualquier otra superficie.
Skin Buttons funciona con diminutos proyectores láser que se integrarían en los relojes inteligentes. Un conjunto de sensores de proximidad hacen posible que los botones e íconos proyectados sobre la piel sean funcionales, lo que significa que puede interactuarse con los mismos de diferentes maneras. Según el Grupo de Interfaces Futuras, son un complemento de bajo costo y uso eficiente de energía, lo que significa que su implementación tendría bajo impacto financiero. Mejor aún, Skin Buttons aumentan el área de interacción de estos relojes sin necesidad de modificar su tamaño.