La semana pasada se clebraron 50 años de la primera llamada desde un teléfono móvil e inalámbrico. El autor fue el ingeniero Martin Cooper, quien en ese entonces laboraba para Motorola, y el escenario fue la ciudad de Nueva York, específicamente una acera en la Sexta Avenida.
Este acontecimiento ocurrió el 4 de abril de 1974. 50 años después, los móviles no se parecen en nada al teléfono usado por Cooper, un Motorola DynaTAC 8000X que no salió a la venta sino hasta 1983.
Sin duda alguna, Cooper y ese DynaTAC sembraron la semilla del fenómeno de los smarthones, equipos sin los cuales no podemos vivir.
En un lapso de tiempo relativamente corto, los móviles han pasado de ser meros teléfonos portátiles e inalámbricos a potentes computadoras de bolsillo.
Gracias al desarrollo de las aplicaciones y al formato popularizado por Apple cuando introdujo el iPhone, con los smartphones resolvemos casi todo: trabajo, diligencias, entretenimiento, diversión y hasta navegación.
Foto y video también las resolvemos fácilmente con un smartphone, siendo tal el avance que llegan a sustituir en ocasiones el uso de cámaras profesionales y semiprofesionales. Aun cuando una DSLR le gana en calidad de imagen a uno de estos aparatos, la comodidad del formato compacto del smartphone es innegable.
Como ocurre con cada catagoría de producto, eventualmente el smartphone llegará al final de su vida útil y será sustituido por otra cosa. La apuesta es que sean gafas inteligentes que permitan prescindir de la esclavitud de la pantalla y dirigir nuestra mirada hacia adealnte en todo momento, aun si estamos absortos en nuestras redes sociales o cualquier otra cosa.
¿Funcionará este formato? Desde hace años se viene presentando la idea, y poco a poco podría decirse que está calando entre un público que es aún muy limitado. Visto así, sería cuestión de tiempo que vengan estas imposiciones. Por el momento, toca brillar a los plegables y otros formatos innovadores de teléfonos.