La primera impresión al presentarse la idea de un robot costurero es que tendrá un impacto negativo sobre trabajos que implican manufactura textil, pero la realidad es que se trata de un avance digno de admirar y que abre las puertas a otras posibilidades.
Da la casualidad de que para un robot el acto de coser es algo que no está a su alcance porque implica el uso de materiales suaves y flexibles, sin estructura alguna, que se arrugan y doblan con facilidad. Un robot, por definición, necesita rigidez para poder hacer su trabajo con la precisión y rapidez requeridas.
Para poder lograr lo que parecería imposible, el inventor Jonathan Zornow buscó una solución simple en principio: endurecer la tela con un polímero soluble de manera tal que el robot no tenga problema en unir las piezas. El resultado es un proceso completamente automatizado que tiene el potencial de reducir costos y aumentar eficiencia.
El robot costurero se llama SewBo, un nombre que combina “sew” (coser) y “robot” para dejar clara su naturaleza. Es un brazo mecánico que funciona conjuntamente con una máquina de coser y una soldadora ultrasónica.
Inicialmente SewBo fue probado con éxito en la manufactura de camisetas. Actualmente los planes son probar sus aptitudes en la manufactura de otros tipos de ropa, y para ello se ha conformado una alianza con Bluewater Defense, que produce pantalones de combate para soldados estadounidenses.
Aún cuando el potencial afectar empleos es grande, SewBo podría ser la solución al desagradable fenómeno de explotación laboral que suele darse en talleres textiles clandestinos que buscan producir ropas en grandes volúmenes y al más bajo costo posible. Estos talleres son famosos por emplear niños e inmigrantes que trabajan en las más deplorables condiciones, y algunos están asociados a marcas reconocidas.
Por otro lado, SewBo refuerza la idea de que en algún punto del futuro revertiremos como sociedad a un modelo económico basado en el trueque, pues de seguir el avance de los robots y la pérdida de empleos por esta causa habrá que buscar formas ingeniosas de subsistir. Especializarse, como se ha sugerido, tampoco será la solución porque las plazas de trabajo para esos casos son, al menos en teoría, limitadas.