Científicos y futurólogos como Ray Kurzweil apuestan a un futuro donde los humanos no solo se integrarán con máquinas, dando lugar a una eventual generación de cyborgs y androides, sino que además convivirán con androides y robots tan realistas que será difícil diferenciar estas máquinas de la gente de carne y hueso.
¿Es realmente posible un escenario como este? Veamos la evidencia: el concepto de cyborg, aunque a un nivel bastante leve, existe en la actualidad, siendo un ejemplo de ello la artista española Moon Ribas. En cuanto a robots de aspecto tan realista que pudieran confundirse con gente corriente, tan solo hay que ver el trabajo del japonés Hiroshi Ishiguro, quien ha dejado boquiabierto a más de uno con Geminoid F.
Si a las tendencias mencionadas más arriba sumamos avances cada vez más potentes a nivel de reconocimiento de voz, inteligencia artificial, flexibilidad, movilidad, reproducciones faciales y síntesis de habla, pues entonces podemos decir que estamos justamente en el inicio de esa “revolución”, si es que se le puede llamar así.
Como parte de esa “revolución” los robots han ido pasando de tareas monótonas y repetitivas a áreas donde antaño se valoraban la dedicación y aportes de la gente a nivel individual, como, por ejemplo, atender clientes en un restaurante. De igual forma, las máquinas van reemplazando paulatinamente a los humanos en entrega de paquetes, elaboración de pizzas y preparación de ensaladas. Ni siquiera el arte de preparar un café se salva, y ni hablar de la intimidad, donde desde ya se proponen versiones robóticas a la medida y con capacidad de conversar y pensar.
Con la excepción de los robots destinados a intimidad, todavía no hemos llegado al punto de tener un ejército de robots de aspecto sospechosamente humano trabajando y suplantando a humanos legítimos, pero, según gente como Kurzweil, esto es solo de cuestión de tiempo.
Cuando lleguemos a ese punto, ¿seremos capaces de discernir entre un humano y un robot? Si te preocupa esto, investigadores australianos de la agencia creativa DT tienen un arma que podría servir de defensa: un wearable de inteligencia artificial que está diseñado para combatir justamente la inteligencia artificial.
Llamado simplemente Anti-AI AI, el wearable en cuestión, que se usa detrás de la oreja como si fuera un auricular Bluetooth, analiza la voz del posible impostor. Si determina que se trata de un caso de síntesis del habla, entonces envía un corrientazo que se siente como un escalofrío justamente en la parte de atrás del cuello. Para hacer su trabajo integra un algoritmo que se basa en el software TensorFlow de Google para machine learning.
¿Qué les parece? Ahora es relativamente fácil identificar una voz robotizada, pero a medida que avanzan las tecnología se hará cada vez más imperceptible la diferencia en matices y entonación. Con lo desagradable que es hablar con robots, mejor estar preparados desde ahora.