Una de las ventajas de estos tiempos dominados por smartphones y sus correspondientes aplicaciones es que muchas cosas se pueden resolver con par de toques en una pantalla, con seguimiento en tiempo real.
De todos los servicios que pueden solicitarse en esta forma probablemente el más disruptivo sea el que facilita un acceso oportuno y confortable a transporte privado, con un mínimo de espera y la posibilidad de dar seguimiento en tiempo real, información que inclusive puede ser compartida con terceros.
Hablamos, por supuesto, de servicios como Uber y Cabify, ambos con presencia en República Dominicana. No solo representan estas aplicaciones una forma cómoda y rápida de solicitar un transporte adecuado, sino que en países como el nuestro van acompañadas de la percepción de que ofrecen más seguridad al usuario, haciendo que sean preferidas sobre servicios tradicionales de taxi, y ni hablar de los famosos carros de concho.
Ahora bien, ¿realmente son tan confiables estos servicios? En los últimos meses se ha dado una tendencia preocupante que concierne específicamente a Uber, la primera de estas compañías dispruptivas de transporte en hacer acto de presencia en República Dominicana. Lo que empezó como un servicio que amenazaba seriamente a taxistas y choferes de concho, según manifestaron ellos mismos, poco a poco se ha ido convirtiendo en una preocupación.
La debacle de Uber
Cuando Uber llegó el entusiasmo fue colectivo: por fin tendrían los dominicanos y turistas que nos visitan la oportunidad de contar con un servicio confiable, moderno y confortable de transporte, respaldado por una de las startups más reconocidas de Silicon Valley.
Siguiendo los lineamientos que le han hecho famosa a lo largo de su existencia, Uber en Dominicana estableció un mecanismo donde los choferes que aplicaban para dar el servicio debían cumplir una serie de requisitos a nivel de estado del vehículo, modales, comportamiento y otros detalles que garantizan en conjunto una experiencia placentera y segura.
Con el paso de los meses, poco a poco empezaron las quejas. Que los conductores a propósito iban lento para aumentar la tarifa, que estaban escasos, que tenían música alta, que no coincidían con la imagen mostrada en la aplicación, que el vehículo estaba en malas condiciones y un largo etcétera. Curiosamente estas quejas empezaron a verse luego de que Uber ajustara sus tarifas de una manera que afectaba negativamente a sus conductores, al punto que varios optaron por no seguir en ese esquema.
Las quejas mencionadas en el párrafo anterior son algo mínimo en comparación con lo que viene sucediendo últimamente: robos, desvíos no autorizados y hasta violaciones se han reportado. Lo peor de todo es que Uber no responde satisfactoriamente a ninguno de estos reclamos, lo cual deja mal parado no solo a la compañía, sino al cliente que puso su confianza en manos de lo que pensaba era una entidad responsable. Y algo más: la ocurrencia de estos casos es mundial. Basta con hacer una búsqueda en Google para leer historia de horror tras historia de horror.
Desde esta perspectiva, podría decirse que estos servicios de transporte que se manejan vía aplicación son más de lo mismo, y partiendo del hecho de que Uber ahora mismo enfrenta muchas situaciones adversas, no sería sorpresa alguna que eventualmente recoja y desaparezca. A la clara el problema viene de arriba, empezando por su cofundador Travis Kalanick, quien renunció al puesto de CEO en junio 2017 tras una serie de escándalos que incluyen sexismo.
La alternativa local a Uber: Cabify
Uber llegó al país en octubre de 2015. Un año después hizo acto de presencia la española Cabify. Inicialmente la gente, como suele ocurrir en estos mercados, siguió prefiriendo Uber, pero con el paso de los meses se fue estableciendo una diferencia entre ambos servicios que al día de hoy es muy marcada.
De entrada, Cabify tiene un sistema diferente en lo que respecta a la tarifa por servicio, la cual se basa en distancia y no en tiempo. Aun cuando es comparable a Uber en su forma de funcionar (ambas se manejan a través de una aplicación y tienen un esquema donde conductores que cumplan con los requisitos pasan a formar parte de la empresa), hay algo en lo que Cabify siempre se ha esforzado en diferenciarse: el nivel de seguridad que se garantiza al usuario.
Cuando Cabify fue presentada al país, este fue uno de los puntos más resaltados, como puede verse en el video más abajo. Ahora que se habla de inseguridad en este tipo de servicios, la empresa reafirma su compromiso de ofrecer un servicio confiable al usuario a través de su política de seguridad, la cual contempla la realización de pruebas de aptitud a sus socios conductores, pruebas psicológicas y psicométricas, así como prueba antidoping. Esto es solo el primer paso antes de pasar a la capacitación inicial.
Con estas medidas la plataforma busca garantizar la seguridad de los usuarios que han puesto la confianza en el servicio y, de paso, cumplir con la misión propuesta de ayudar a descongestionar el tránsito en ciudades como Santo Domingo al ofrecer una alternativa que permita prescindir de usar el vehículo propio. Por supuesto, esta garantía de seguridad forma parte de la filosofía global de Cabify, de manera que la experiencia será la misma en otros países donde el servicio esté disponible.
Conclusiones
No hay duda de que las aplicaciones de transporte privado son útiles y, en el caso de República Dominicana al menos, han tenido el efecto adicional de que servicios tradicionales de taxi han adecentado sus flotillas y han mejorado las relaciones humanas de sus conductores, al tiempo de que han invertido en tecnología que permite formas más fáciles de contactar el servicio sin tener que llamar a una central.
Ahora bien, como toda compañía, la permanencia a través del tiempo de estos servicios dependerá en gran medida de su grado de calidad y responsabilidad. Uber desde un principio se ha caracterizado por ser un tanto ruda y desconsiderada en proceder, al punto que ha roto leyes en varios países y hasta ha usado espionaje a su favor. Con un historial así, no es de extrañar la situación que se ve hoy.
Lo malo de casos como el Uber es que resulta muy fácil encasillar a otros proveedores de estos servicios, y eso podría ser un error. Quienes han utilizado Cabify suelen quedar satisfechos, aunque inicialmente los clientes se enfrentaron al hecho de que no había tantos conductores en la calles en comparación con Uber, cosa que se ha ido nivelando con el paso de los meses.
Para responder la pregunta que da título a este análisis, sí, estos servicios pueden ser confiables. Todo depende de la compañía seleccionada. En caso de dudas, las redes sociales siempre son un buen termómetro para tomar una decisión.