Año tras año, sobre todo después de la lección dejada por Georges en 1998, muchos dominicanos mantienen la mirada fija en los pronósticos de sitios como el Centro Nacional de Huracanes (en Miami) y Weather Channel, así como de las cuentas de meteorólogos locales que a su vez suelen alimentarse de estas fuentes.
Es indudable que estos servicios son de vital importancia, sobre todo durante la temporada ciclónica, que -como ya se sabe- va de mayo a noviembre. Son estos recursos, unidos a las explicaciones de expertos en la materia, los que nos han permitido prepararnos con suficiente antelación a fenómenos como Irma, que con sus vientos sostenidos de 295 km/h por más de 33 horas corridas estableció un funesto récord en el Atlántico.
Si alguna vez te has preguntado cómo funcionan estas proyecciones y como se investiga un huracán para los fines, la respuesta es simple y resumida, al menos en concepto: mucha tecnología, abarcando desde satélites y sondas hasta complejos modelos matemáticos que se procesan en potentes súper computadoras.
La data, como habrán de imaginar, es la materia prima aquí. En su etapa de recolección intervienen varios elementos y protagonistas, incluyendo recursos de la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés), la cual se encarga de monitorear los vientos en la superficie de los océanos con un instrumento llamado RapidScat. Información de la velocidad y dirección de los vientos ofrecen una idea de dónde podrían formarse huracanes.
Satélites, algunos de ellos estáticos, permiten una visual en tiempo real de los fenómenos, mientras que sondas oceánicas proveen información de las temperaturas de las aguas, otro factor determinante en la formación, desarrollo y eventual fortalecimiento de huracanes.
Los cazahuracanes, que por años fue quizás la principal fuente de información de estos fenómenos, se siguen utilizando, pero estos han evolucionado tanto a nivel de tecnología interna y externa como de ejecución, con tripulaciones cada vez más pequeñas y que en algún momento podrían ser nulas, ya que los drones podrían hacer una labor más efectiva y menos riesgosa de acercamiento y evaluación de los sistemas.
De hecho, conjuntamente con cazahuracanes, la NASA ha estado empleando ocasionalmente drones no tripulados conocidos como Global Hawk, con capacidad de mantenerse 18 horas en el aire y recorrer 8,500 millas (13,679 kilómetros). Un instrumento usado por cazahuracanes, estén tripulados o no, son las radiosondas con paracaídas, las cuales son lanzadas desde cierta altura para medir las condiciones climáticas de una tormenta mientras va cayendo a la superficie.
En cuanto a los modelos usados para predicción, se considera que el más avanzado es el Europeo ECMWF (Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio), que trabaja en base a un método de asimilación de datos en cuatro dimensiones que toma data globalmente para resultados más precisos.
Usualmente los servicios meteorológicos se basan en más de un modelo a la hora se presentar análisis y predicciones, y eso se puede ver en recursos online animados e interactivos como Windyty y el mapa SERVIR, que presenta además información de sismos, incendios y volcanes.