Estamos a mitad de mayo y eso significa que en dos semanas inicia nuevamente la temporada ciclónica, con la expectativa de fenómenos más violentos y frecuentes en base a la pauta marcada el año pasado por los huracanes Irma y María, ambos de categoría cinco.
Pese a estar en medio del peligro por su ubicación geográfica, la República Dominicana salió prácticamente ilesa de la embestida que representaron ambos huracanes para islas como Puerto Rico, Dominica y Antigua y Barbuda, las cuales quedaron destruidas, con problemas que persisten al día de hoy, como sucede en Puerto Rico.
Dominicanos creyentes atribuyen a intervención divina o simple buena suerte el hecho de que el país no enfrentó un impacto directo de dos huracanes monstruosos en tamaño e intensidad, pero una cosa es importante saberla y tomarla en cuenta: no siempre tendremos esa dicha.
Con cada nueva temporada ciclónica la advertencia de expertos meteorólogos internacionales es la misma: por causa del cambio climático -el mismo que gente como el presidente estadounidense se empeña en negar- las tormentas y huracanes serán cada vez más intensas, por tanto la preparación ha de ser temprana a nivel de recursos, precauciones y planes de contingencia.
El cambio climático es un fenómeno de alcance mundial que afecta de manera especialmente directa a islas como la nuestra, que ocupa actualmente el décimo lugar en vulnerablidad según el Índice de Riesgo Climático Global 2018 de Germanwatch. La causa la conocemos de sobra: emisiones de dióxido de carbono que se van acumulando en la atmósfera principalmente por quema de combustibles fósiles.
La situación en torno al cambio climático es crítica. Andrew Cramer, socio y cofundador de KAYA Energy Group -empresa dominicana especializada el desarrollo, financiamiento e instalación de proyectos de paneles solares- ofreció en el panel de energías renovables de la conferencia EmTech Caribbean 2018 el dato de que si la temperatura mundial sube en más de dos grados habremos alcanzado un punto de no retorno para el planeta. Se estima que para evitar esta situación debe eliminarse una planta de carbón por año de aquí a 2040.
Bajo un escenario como este, donde se aceleraría el derretimiento de glaciares, ciudades como Nueva York desaparecerían hacia 2050. En la República Dominicana, bajo estas condiciones y en ese mismo lapso de tiempo, la Bahía de Samaná quedaría separada del resto de la isla y las famosas playas de Punta Cana sucumbirían. El prospecto, considerando lo mucho que depende la economía local del turismo, resulta tétrico.
Karina Chez, quien participó junto a Cramer en este panel de energías renovables, habló de la necesidad de desarrollar resiliencia ante el tema del cambio climático y el desafío que representa para un país como República Dominicana, donde no hay una cultura fuerte de reciclaje o de control de emisiones de dióxido de carbono y similares. Gobierno, industriales, comerciantes y particulares necesitan trabajar de manera conjunta para establecer metas y cumplirlas en ese aspecto.
Una forma de crear esa resiliencia que mencionaba Chez es a través de energías renovables. Ya en la República Dominicana hay varios proyectos de este tipo, entre ellos los parques eólicos Los Cocos y Larimar en el Sur del país. Un recurso que quizás no es tan aprovechado es el sol, y por ello hay propuestas como KAYA y se ha conformado además la Asociación para el Fomento de Energías Renovables (ASOFER), presidida por Chez.
El principal problema de la energía renovable es su costo. Mucha gente está consciente del problema inminente que representa el cambio climático, pero el acceso a estas alternativas es en ocasiones prohibitivo. La realidad es que se trata de inversiones a largo plazo que irán abaratándose en la medida en que se vaya masificando su adopción.
Consciente de esta realidad Jaime Martínez, nombrado por MIT Technology Review como uno de los innovadores menores de 35 años en Latinoamérica, decidió cofundar en México el Proyecto Terra, un esquema de energía solar que al combinar elementos de distribución y parques solares abarata los costos en hasta 80 por ciento a la vez que crea beneficios para todas las partes involucradas.
Proyecto Terra lleva en su haber más de 100 mil toneladas de CO2 no emitidas y millones de pesos en ahorros para quienes deciden aprovechar el esquema. Para operar aprovecha techos de casas y edificios para colocar paneles solares y así distribuir en el entorno esa energía generada. En República Dominicana, según estima Martínez, y tomando en cuenta que es el segundo país más atractivo de toda América Latina para generación solar, hay potencial para que un esquema de esta clase funcione.
Aun cuando el sol parece una fuente inagotable de energía, la realidad es que eventualmente se extinguirá, y eso plantea otros escenarios a tomar en cuenta. ¿Aprovechar viento y agua? Estos también son recursos agotables y que dependen en gran medida de cómo cuidemos el medioambiente. Miguel Modestino, del laboratorio de materiales multifuncionales de la Universidad de Nueva York planteó la posibilidad de aplicar un enfoque químico en el desarrollo de energías renovables. Este ofrece la ventaja de que elimina intermediarios y depende menos de recursos naturales.