Conjuntamente con inteligencia artificial, realidad aumentada e impresión tridimensional hay una tecnología que ha estado llamando la atención no solo por los avances logrados, sino por el alcance de uso cada vez mayor que se viene observando: reconocimiento facial.
Dependiendo del escenario en donde se aplique, el reconocimiento facial puede resultar divertido, inclusive impresionante, o bien meter miedo por el efecto “Big Brother” de que nos vigila de manera permanente, sin escapatoria alguna.
Ejemplo de lo primero lo podemos ver con iPhone X y su supercámara capaz no solo de reconocer los rasgos faciales del usuario para darle entrada al equipo, sino de hacer un seguimiento de los movimientos para reproducir una replica animada que numerosos usos en el entorno social ligero. Esa aplicación, que a su vez es una representación de realidad aumentada, está disponible en otros smartphones de reciente entrada, y la tendencia es que siga popularizándose en ese entorno.
Un ejemplo de lo segundo, reconocimiento facial como agente de miedo, es lo que se ve en países como China, que actualmente lleva la delantera en aplicación de esa tecnología como forma de mantener el orden, identificar prófugos y revelar ciudadanos que se portan mal.
Uno de los mayores temores con reconocimiento facial es que se combine con técnicas de evaluación de rasgos (profiling facial) para asignar categorías a individuos en base a la probabilidad percibida de cometer un crimen. Por absurdo que parezca, hay compañías que se dedican a esta tarea, siendo una de ellas la israelita Faception, cuya tecnología se basa en visión de computadora (CV, por sus siglas en inglés) y machine learning (parte del conglomerado de inteligencia artificial) para hacer su trabajo.
¿Qué tan aterrador sería un futuro en donde máquinas constantemente nos vigilen, tomen notas de nuestros rasgos y los sometan a una base de datos para fines de análisis, evaluación y encuentro de coincidencias (matcheo) que no necesariamente es correcto?
Desde ya, y pese a que aun está en una etapa inicial, el reconocimiento facial tiene a mas de uno preocupado por su privacidad y la posibilidad de andar libremente por la calle, y por ese motivo se están buscando alternativas para contrarrestar una tecnología que a todas luces tiene el potencial de ser más que invasiva. Es una tendencia que igualmente aplica a la inteligencia artificial, como deja entrever este curioso proyecto llamado Anti-AI AI que busca ayudar a identificar robots por la voz.
Es posible que para engañar a sistemas de reconocimiento facial no haya que recurrir a sofisticados gadgets o ropas reflectantes: un poco de maquillaje aplicado ingeniosamente bien podría ser la solución, conjuntamente con peinados inteligentes y accesorios que terminan por romper la armonía y simetría de la cara.
Esta propuesta, llamada CV Dazzle (CV es Computer Vision o visión de computadora), está inspirada en camuflaje de la Primera Guerra Mundial conocido justamente como dazzle y que consistía en técnicas de cubismo aplicadas a barcos para evitar ataques submarinos.
La idea con CV Dazzle es confundir al sistema de reconocimiento facial al punto de que simplemente no reconozca una cara. Para ello debe hacerse exactamente lo opuesto a lo que sugieren los maquillistas profesionales para lucir como una estrella. Es decir, en vez de usar resaltadores o limunadores, emplear colores que contrasten con la piel y que jueguen con la ubicación espacial de los rasgos.
Oscurecer el puente de la nariz, colocar cabello estratégicamente de manera que oculte algunos rasgos y usar llamativos accesorios conjuntamente con una paleta de colores poco convencionales tendra un doble efecto curioso: a la vez que llamará la atención de otras personas la desviará de cámaras de reconcomiento facial que simplemente no podrán hacer su trabajo y seguirán de largo.
CV Dazzle es idea del artista Adam Harvey, y contrario a lo que pudiera pensarse, ya hace un tiempo la planteó. Bien vale la pena explorar el concepto y explorarlo para cuando el reconocimiento facial se ponga de moda.