Los candados, sean pequeñitos, robustos o de aspecto industrial, son usados por millones de personas en todo el mundo para asegurar sus pertenencias: puertas, verjas, maletas, bicicletas y hasta baúles de carros son protegidos con estos dispositivos.
Pese a la importante labor que tienen de resguardar las pertenencias de cada cual, los candados son increíblemente fáciles de operar, pues basta con tener a mano la llave de lugar, introducirla en el cilíndrico y darle vuelta hasta que desencaje el mecanismo interno. Un proceso fácil, rápido y efectivo, a no ser que se pierda la llave o que andemos con un manojo de ellas encima. En esos casos, aparte del apuro y de la pérdida de tiempo, podría ser necesario proceder a romper el candado, y eso no siempre es lo más deseable.
La llave del candado, específicamente saber dónde está y tenerla a mano oportunamente, es precisamente la parte más truculenta de un candado y la razón por la que desde hace dos años aproximadamente viene hablándose insistentemente de un nuevo tipo de candado que busca sustituir este mecanismo por uno que sea aun más sencillo: las huellas dactilares.
Dentro de esta nueva categoría uno de los principales exponentes es BenjiLock, candado híbrido que no prescinde de las llaves (están ahí en caso de que todo lo demás falle) y que lleva desde enero de 2017 llamando poderosamente la atención.
En esta semana, tras debutar en preorden en QVC, y después de muchos premios, reconocimientos y expectativas, el candado finalmente se materializó en el mercado estadounidense, donde tiene un precio de 70 dólares.
¿Vale la pena invertir en un candado moderno, que integra alguna forma de tecnología? En el caso de BenjiLock es aun muy temprano para responder a la pregunta porque apenas lleva un día en el mercado y aun no se ven las primeras reseñas al respecto. Sin embargo, otros fabricantes se aventuraron antes que el dominicano a sacar el producto, y las reacciones en estos casos han sido mixtas.
Veamos el caso de Tapplock (99 dólares), un candado que hizo campaña de crowdfunding en Indiegogo y que ya tenía cierta presencia online cuando se presentó la alternativa BenjiLock en CES 2017. Al igual que la creación del dominicano, este abre con las huellas dactilares del usuario, pero lleva las cosas un paso extra al incluir Bluetooth, y este es precisamente su punto de debilidad, según ha podido demostrarse en más de una ocasión.
Uno de los puntos fuertes de BenjiLock, aparte de incluir llaves como mecanismo alterno, es que no usa Bluetooth ni Wi-Fi, lo que en teoría haría más difícil hackearlo como se ha demostrado con Tapplock. Además, cuenta con el respaldo de Hampton Products, una compañía con décadas de experiencia en cuestiones de seguridad.
Otra opción de candado “inteligente” en el mercado es Nokē (No Key), que prescinde enteramente de las llaves para manejar el acceso a través del smartphone del usuario, estableciendo conexión por vía de (otra vez) Bluetooth, sin incluir lector de huellas en el dispositivo. El hecho de que deja un rastro auditable ayuda a dar la idea de que es una opción quizás más segura que Tapplock.
A simple vista -incluso desde un punto de vista de diseño y aspecto- Nokē parece una mejor opción que Tapplock, siendo una especie de aval el hecho de que se usa en industrias muy diversas, ayudando a ahorrar costos en cuestiones de seguridad. Aún así, este candado podría ser vulnerable por vía de Bluetooth, y si bien en un evento Defcon no se pudo hackear, los chicos de Morphus Labs lo lograron.
Conclusión: a veces lo tradicional resulta mejor que lo moderno, y en el caso de los candados la inclusión de Bluetooth y otras formas de conexión parece ser más una desventaja que un beneficio. De los tres candados mencionados aquí la mejor opción, al menos desde el punto de vista de que no incluye estas tecnologías, parece ser BenjiLock, aunque realmente está por verse el veredicto final cuando salgan las primeras reseñas. Por aquí seguiremos dando seguimiento al tema.