Con una participación de mercado de 49 por ciento en el comercio electrónico en Estados Unidos, equivalente al 5 por ciento de todas las ventas al por menor registradas en ese país bajo cualquier formato, no hay duda de que Amazon es el líder en una categoría que ha puesto a más de uno a sudar y que paulatinamente ha redefinido los hábitos de compra y consumo de millones de personas en todo el mundo.
Por aquello de que la internet es un recurso de acceso global, al menos en teoría, el dominio de Amazon en ventas online no se circunscribe únicamente a los Estados Unidos, sino que su influjo y presencia son mundiales, afectando de paso la relación cliente-minorista a nivel general, pues la realidad es que comprar por internet ofrece una serie de ventajas que en el mundo físico simplemente es imposible replicar: ahorro tiempo, enorme variedad y la facilidad de realizar la diligencia a cualquier hora con par de clics.
Las ventajas de las compras online están más que demostradas, para desagrado de comerciantes tradicionales que insisten en poner obstáculos a un fenómeno que tan solo crece con cada día que pasa, pero no todo es color de rosa. El impacto negativo a nivel de negocios físicos tradicionales no ha tardado en manifestarse a través de reingenierías, reducciones de personal y eventuales cierres que terminan afectando economías locales.
Amazon es una de las compañías de mayor valor en existencia, brevemente sobrepasando el billón de dólares en este mes, y ello contrasta grandemente con las supuestas condiciones precarias en que trabaja su personal, el cual devenga sueldos miserables bajo un ambiente hostil, según varios reportes. La mera presencia de la compañía en pueblos pequeños en Estados Unidos es signo de preocupación ya que usualmente llega a sustituir otras compañías que ofrecían mejores condiciones a los moradores.
La contradicción que representa Amazon es a más de un nivel, pues al tiempo que ha tenido un efecto evidente sobre el comercio tradicional y las pequeñas economías locales por vía de la alternativa online, la compañía parece reconocer que lo físico tiene un valor y es aun necesario. Eso, junto con el objetivo de hacer aun más dinero, ayudaría a explicar su incursión en esta parte del negocio de ventas al por menor a través de tiendas físicas de libros, de las cuales ya tiene 17 diseminadas en Estados Unidos.
La estrategia de Amazon, según se puede inferir en sus últimas movidas y adquisiciones, parece ser explorar cada hueco posible dentro del universo de ventas al por menor, independientemente de su formato. Es así como terminó comprando a Whole Foods el año pasado y montando además un supermercado –Amazon Go– que le sirve de paso de escaparate de avances tecnológicos y su visión a largo plazo.
Es posible que Amazon Go sea el proyecto más ambicioso de Amazon en el mundo físico, pues los planes son presencia del supermercado en unas 3,000 localidades, pero en lo que se concreta, ya cuenta con otro concepto montado y en funcionamiento: Amazon 4-Star, una tienda en SoHo, Nueva York, que solo ofrece artículos de 4 estrellas o más, según el criterio de valuación de sus millones de usuarios online.
En Amazon 4-Star, de momento, al menos, se venden libros, juguetes, electrónica de consumo, implementos de cocina y artículos de hogar. Para miembros Prime aplican los mismos descuentos que en la versión online, lo cual presumiblemente aumentaría el atractivo de este club.
Las tiendas físicas de Amazon son una iniciativa interesante desde el punto de vista de que demuestran que este tipo de establecimientos son necesarios para mantener el atractivo y la economía local en ciudades. Sin embargo, ¿cómo se puede competir con Amazon a nivel de precio y variedad? Por el camino que va la cosa, todos terminaremos trabajando o siendo clientes de Amazon, y eso en algún punto probablemente llame a una investigación antimonopolio, pero quizás cuando ocurra sea ya demasiado tarde.