Con alrededor de 2.27 mil millones de usuarios activos por mes y el control de plataformas tan populares como WhatsApp e Instagram, Facebook es en la actualidad una de las más grandes compañías de tecnología, llegando a ocupar en 2018 la quinta posición en lo que respecta a valor de mercado con una valuación que lo situaba en 541.5 mil millones de dólares.
Al lo largo de los años, desde su concepción en algún dormitorio de Harvard hasta su disponibilidad global en 2006 para cualquiera que tuviese 13 años o más de edad, Facebook se ha caracterizado por ser agresiva en sus planes de crecimiento y dominio de la experiencia social, pasando gradualmente de ser una herramienta de conexión entre personas a una maquinaria que maneja publicidad e influencia a partes iguales, con incursión además en campos emergentes como realidad aumentada, realidad virtual e inteligencia artificial.
Aun cuando Facebook por poco sucumbe a un debut en bolsa mal manejado y matizado por negatividad y escepticismo de parte de veteranos analistas de mercado, Mark Zuckerberg, su fundador y CEO, nunca dio indicios de debilidad, llegando a demostrar su poder y ambición con el paso del tiempo. Instagram, WhatsApp, Oculus y otras compañías menos conocidas pero no menos importantes para su funcionamiento conjunto forman parte de su conglomerado; movidas estratégicas que propiciaron cuantiosas inversiones que sorprendieron a más de uno, menos a Zuckerberg y sus principales ejecutivos.
El crecimiento de Facebook ha sido explosivo, y en esa misma medida han ido creciendo los escándalos, poniéndose en evidencia el descaro con que opera una compañía que a la clara no responde a principios éticos ni respeta el principio de privacidad que tanto se discute en el entorno digital desde hace meses. El secreto del crecimiento de Facebook ha sido data, muchas veces accedida a ella de manera poco ética y clara, con manejo que va por esa misma vía.
Como si no fuera suficiente con el fiasco Cambridge Analytica, que a casi un año de su descubrimiento aun retumba, TechCrunch ahora revela una práctica aún más descarada de Facebook para minar datos de manera subrepticia, esta vez con aparente consentimiento del usuario y explotando además una necesidad monetaria: el programa de “investigación” Facebook Research.
Según se ha denunciado, desde 2016 Facebook ha estado ganando acceso consensuado a la actividad digital y online de usuarios con edades comprendidas entre 13 y 35 años a través de un supuesto programa de investigación social que implica descargar una aplicación mayormente conocida como Facebook Research. Esencialmente se pide a los participantes dar el derecho a que ésta funcione en el fondo recolectando todo lo que se haga: aplicaciones usadas, interacciones, ubicación y un largo etcétera. A cambio de ello, la promesa de 20 dólares mensuales y comisiones por referir a otros participantes.
Como suele ser el caso, quienes aceptaron formar parte de esta supuesta investigación de Facebook, cuyo alcance e intenciones reales se desconocen, no están conscienten de la clase de poder que están otorgando por vía de su privacidad. Tres servicios de pruebas beta de aplicaciones -Applause, uTest y BetaBound, se prestaron a este esquema de Facebook, cada una anunciando el programa según su mejor parecer.
Algo curioso que revela la investigación de TechCrunch es que Test Flight, la plataforma oficial de Apple para fines de pruebas beta de aplicaciones, no estaba en la colada, y como forma de obviar lo que a la clara iba a ser un obstáculo, Facebook dio participación a usuarios iOS por medio de un conjunto de instrucciones que implicaban bajar un certificado de desarrollador empresarial, una VPN y confiar a Facebook acceso raíz a toda la data transmitida por el teléfono. Apple ha afirmado que el procedimiento viola sus políticas y procedió a revocar el certificado a Facebook.
El escándalo resultante de estas revelaciones de Facebook Research es enorme, con consecuencias aun no previstas y el potencial de ser incluso mayor que Cambridge Analytica. En el fondo yacen una compañía que ha crecido en base a prácticas cuestionables y un público incauto que no lo piensa dos veces para explayar su vida en redes sociales con tal de no quedarse atrás y ser parte del momento, ajeno al uso y explotación al que por años ha sido sometida su data.
La gente, aun de cara a Cambridge Analytica y otros escándalos menores, no logra entender que las redes sociales tienen un costo inherente: tu información y privacidad, las cuales van a alimentar las crecientes cuentas bancarias de Zuckerbeg, Bezos, Brin y otros que buscan la forma de sacarle provecho sin que de este lado veamos algo (beneficioso) a cambio.