Se trata de una propuesta que suele generar opiniones divididas: por un lado están quienes lo consideran fascinante y hasta alucinante, y por el otro los escépticos que no confían ciegamente en robots y tecnologías afines. Justo en el medio, sin necesariamente tomar un bando de manera radical, están quienes añorarían la sensación de tomar un guía en sus manos y experimentar la libertad asociada con manejar un vehículo.
Sí. Hablamos de los vehículos autónomos, un concepto que pese a todavía lucir futurista está cada vez más cerca de materializarse, con pruebas reales en diferentes puntos de Estados Unidos, Europa y Asia. El interés es tal que ya en Brasil y México se contempla por igual la posibilidad.
¿Cuál es el atractivo de un vehículo autónomo? Más allá del factor “¡wow!” de un carro que efectivamente se conduce solo, tomando decisiones cruciales a cada segundo mientras el pasajero se dedica a cualquier otra actividad, hay beneficios que en teoría ayudarían en el largo plazo a mejorar la fluidez y organización del tránsito y a evitar -o más bien reducir- la ocurrencia de accidentes fatales.
Vistos los argumentos a favor de esta tecnología vale preguntarse: ¿son infalibles los vehículos autónomos? Sería fácil pensar que sí, que todos esos sensores, cámaras y programas que integran estas unidades les permiten navegar vías y sortear obstáculos sin problema alguno, pero en la práctica se ha demostrado que fallan.
A lo largo de las pruebas con vehículos autónomos han sucedido accidentes, algunos con un saldo fatal, como sucedió con Uber en Arizona en marzo de 2018. Igualmente se han registrado incidentes con vehículos semiautónomos que se auxilian de la tecnología, como es el caso de Tesla y la función autopiloto. cuyo objetivo es complementar al conductor, no sustituirlo.
Hay muchas situaciones que pueden inducir a un vehículo autónomo a errar en sus cálculos: resplandor del sol, señalización poco clara, visibilidad reducida (por lluvia, por ejemplo), cierres inesperados de vías, construcciones y otras más.
Al probarse vehículos autónomos en condiciones reales lo común es que haya un conductor físico presente a modo de respaldo, pero se supone que en la práctica la idea es que el usuario de esta tecnología se desentienda de todo el proceso.
¿Qué hacer entonces cuando un vehículo autónomo se confunda y no haya un auxiliar listo para tomar las riendas? Phantom Auto, una startup con sede en Mountain View, California, propone una solución remota a través de telepresencia.
La visión de Phantom Auto es ofrecer un servicio de conductores virtuales que estarían dando seguimiento en tiempo real a vehículos autónomos, listos para tomar el guía -remotamente- en caso de necesidad.
Cuando los vehículos autónomos sean más la norma que la excepción, los de Phantom Auto imaginan un servicio operado a través de centros de contacto con presencia global, equipados con lo necesario para la asistencia remota. Para este punto es probable que otras startups hayan presentado su propia versión de servicio remoto o bien alguna otra solución que implique un respaldo activo y en tiempo real para estos casos.
En lo que se materializa y se masifica el tema de los vehículos autónomos, una cosa queda bien clara: el input humano seguirá siendo clave, y es probable que como parte de las normativas que se aprueben a este efecto se exija a usuarios individuales el saber manejar vehículos de motor, mientras que a operadores de flotillas para servicio se les exija contar con alguna contingencia para casos de emergencia.