En marzo pasado, de manera un tanto sorpresiva, Google hizo un anuncio con el potencial de cambiar el panorama de los videojuegos a largo plazo: streaming directamente desde la nube, de manera tal que puedan jugarse los títulos donde sea y como sea, sin necesidad de una consola o cualquier otro equipo especializado.
Streaming, como se ha visto con el paso de los años, se ha convertido en una norma en cuestiones de entretenimiento,, sustituyendo poco a poco -pero no del todo por un asunto de tamaño y comodidad- la necesidad de contar con un televisor o de contratar servicio de televisión por cable para tener acceso a series, películas, documentales y demás.
No solo permiten la magia del streaming y de la nube tener un acceso casi inmediato a estos recursos, sino que además abaratan ciertos costos por la sencilla razón de que basta con la pantalla del smartphone o la tableta para disfrutar de los contenidos, con la ventaja adicional de que el usuario no se ve limitado por horarios o parrillas de programación diseñados por terceros.
Todo en cuestiones de streaming es justo a la medida del usuario, y eso justamente es lo que quiere llevar Google al terreno de los videojuegos, siendo la idea un futuro democratizado en lo que respecta a acceso y disfrute de estos títulos.
Sin duda el anuncio de Stadia y lo que implica a futuro fueron llamativos, pero hoy, cuando el servicio por fin ha salido de manera formal, esas promesas de Google dejan muchas dudas en el aire respecto a su funcionamiento, ejecución, factibilidad y hasta sobrevivencia en el tiempo, pues, desafortunadamente, Google tiene una mala fama de engavetar proyectos cuando no llenan sus expectativas.
El streaming de videojuegos es un concepto un tanto más truculento que el de streaming de películas o videos musicales por la sencilla razón de que hay una serie de elementos involucrados que resultan vitales para una experiencia de juego realista y hasta inmersiva. Hablamos de gráficos muy dinámicos, audio sincronizado y efectos especiales que, cuando se hace streaming, dependen de una conexión robusta y estable para funcionar adecuadamente.
Partiendo del párrafo anterior, el primer gran problema que enfrenta Stadia, aun en Estados Unidos, es el de la conexión empleada, siendo el mínimo recomendado 10 Mbps (megabits por segundo). Una galería de juegos limitados, logística complicada de instalación y sincronización y costos asociados son algunas de las quejas preliminares externadas por quienes han tenido oportunidad de probar la plataforma.
Aun cuando Stadia elimina la necesidad de invertir en una consola especializada de videojuegos o en una PC diseñada para los fines, hay una serie de costos a tomar en cuenta. Al momento su lanzamiento este 19 de noviembre, Stadia contempla una suscripción Pro que vale 10 dólares al mes y que brinda la oportunidad de jugar títulos a una resolución 4K y sonido envolvente 5.1. Una versión gratuita, con resolución máxima de 1080p, está contemplada para salir en 2020.
10 dólares al mes podría parecer poco dinero, pero entonces cada juego deberá comprarse aparte, y estos tienen precios que oscilan entre 30 y 60 dólares, por tanto Stadia tiene el potencial de salir caro a largo plazo en términos monetarios.
Siendo el caso que el tiempo apenas da entre el trabajo, la familia, los estudios y demás compromisos, ¿realmente hace sentido un servicio como Stadia? No solo eso. Un videojuego se disfruta mejor, o al menos eso dicen los gamers de tradición, en una pantalla grande y con ciertas condiciones que brindan comodidad y ese efecto inmersivo que siempre se anda buscando. Por ese lado es posible que Stadia no haga ningún sentido.