El ámbito tecnológico está lleno de los llamados “unicornios”, compañías groseramente valuadas que no generan un centavo en ganancias y que se caracterizan por experimentar rápido crecimiento e invertir en innovación.
Una de tales compañías es Lyft, la competencia por excelencia de Uber, que es, a su vez, otro unicornio.
Tanto Lyft como Uber se conocen por ofrecer servicios de transporte personal en tiempo real a través de una app, pero, coincidencialmente, ambas también incursionaron en el tema de vehículos autónomos con la intención de integrar esas unidades a su negocio principal.
¿Qué ha pasado con esto? Nada. La idea de desarrollar vehículos autónomos luce futurista y cool, pero ejecutar el concepto no es tan fácil, y, lógicamente, requiere de una considerable inversión monetaria que va destinada mayormente a investigación y desarrollo.
Uber ya aprendió su lección al respecto, viéndose incluso en aprietos cuando uno de sus vehículos autónomos arrolló a peatón. Por un tema de números que no daban, la compañía decidió vender su división autónoma a Aurora, startup fundada por el ex encargado del proyecto de autónomos de Google, en diciembre pasado por 10 mil millones de dólares.
Pues, ¿qué creen? Ahora le tocó el turno a Lyft de hacer lo mismo con su división de autónomos, Level 5, la cual ahora pasa a manos de Woven Planet Holdings, una subsidiaria de Toyota. El monto a pagar es 550 millones de dólares en efectivo, de los cuales 200 millones ya han sido entregados a Lyft. El resto será pagado dentro de los próximos cinco años.
Pese a trabajar en silencio, Toyota es uno de los fabricantes tradicionales que está activo en el tema de los autónomos. A diferencia de compañías como Lyft, que al fundar Level 5 en 2017 predijo que esos vehículos estarían siendo extensivamente usado por su servicio en 2021, Toyota y otros no se animan a dar posibles fechas de comercialización. La razón ya la hemos dicho: hacer un vehículo autónomo, que cumpla con todos los requisitos de seguridad y precisión, no es tan fácil.
Para que se tenga una idea de a qué nivel estas compañías pecan de soñadoras, Lyft habilitó una facilidad de 50,000 pies cuadrados en Palo Alto California. Un año después, adquirió a la británica Blue Vision Labs por 72 millones de dólares con el objetivo de acelerar su visión.
Toyota, por su parte, ha invertido igualmente en Pony.ai, una startup de autonomía con sede en China y Estados Unidos, y ha desarrollado dos programas que van por esa línea: Chauffeur y Guardian. Asimismo, lleva años haciendo pruebas en una facilidad en Michigan y tenía planes de implementar un piloto en Tokio a propósito de los Juegos Olímpicos 2020, lo cual se cayó gracias a la pandemia.