En negocios, los intereses pueden más que la ética, y así se ha demostrado a lo largo de las décadas.
En el ámbito tecnológico, una de las compañías que más se la da en ser ética y sensata es Apple, haciéndose pasar por paladín de la seguridad, la privacidad y lo correcto al tiempo de cobrar precios exorbitantes por sus productos, servicios y accesorios.
¿Es tan santa esta compañía como se quiere presentar? Para nada. El historial de multas por anticompetencia y de demandas por infracciones de patentes habla por sí solo, pero donde la compañía parece haber metido la pata muy hondo es con un acuerdo secreto firmado con China cinco años atrás.
Para nadie es secreto que las relaciones entre Estados Unidos y China han sido históricamente tensas, exacerbándose este sentimiento en la medida en que el país asiático trabaja por convertirse en la potencia número uno del mundo.
Que Apple, representada por su CEO Tim Cook, haya firmado un acuerdo de 275 mil millones de dólares con China con el objetivo de no estar sujeta a las regulaciones de ese país y así ganar terreno en el mercado que todos quieren conquistar denota una tremenda falta de ética, sobre todo desde el punto de vista de los intereses de su país de origen.
A cambio de esas exenciones regulatorias, Apple se comprometió a invertir la suma ya mencionada por un período de 5 años en diversas áreas: capacitación de personal, desarrollo de tecnologías de manufactura avanzada, inversión directa en compañías tecnológicas chinas, colaboración con universidades chinas en investigaciones y asistencia a causas del gobierno chino.
A cambio de vender el alma, cualquiera progresa. Se le critica a Cook la naturaleza secreta de este acuerdo, y eso podría tener consecuencias en el plano geopolítico.