Con la cantidad de desinformación, insultos y difamaciones que aparecen online, es fácil pensar que la Internet se ha vuelto tierra de nadie, pero no es así.
La realidad es que este espacio está dominado por unas pocas compañías que a lo largo de su existencia han amasado una increíble cantidad de poder e influencia.
Google y Facebook son quizás las dos compañías más visibles con este tipo de dominio, y contra ellas hay desde hace un buen rato planes a niveles gubernamentales que buscan resarcir el daño causado y motivar una repartición más equitativa de ganancias.
El año pasado, por ejemplo, Australia escenificó una pequeña guerra con Facebook, motivada por leyes en ese país que buscan proteger al periodismo local, golpeado fuertemente por la tendencia digital y los algoritmos que todo lo controlan.
Tras un dime y direte en el que Facebook dejó de presentar noticias australianas en su plataforma, Australia enmendó algunos puntos de sus leyes, las cuales aplican a Google por igual, y, como quien dice, el tema se aquietó.
La realidad es que más países han tomado el ejemplo de Australia y han decidido seguir sus pasos, y uno de esos es Canadá, donde una serie de propuestas regulatorias en ese sentido están siendo discutidas en el parlamento.
Parte de las leyes y regulaciones propuestas implica el tema de la desigualdad entre gigantes como Google y Facebook y la prensa tradicional, un segmento que está sufriendo a nivel mundial tras la llegada de los recursos digitales y agregadores como estas dos compañías.
Otro tema a discutirse tiene que ver con la desinformación y manipulación que se dan en entornos online, siendo los algoritmos uno de los puntos a atacarse. Entre otras cosas se discute si las plataformas que manejan estos elementos deben ser más transparentes al respecto.
Se contempla asimismo sujetar a plataformas como Google, Netflix y Disney + a las mismas leyes que aplican a compañías tradicionales de transmisión, lo que implicaría aportar fondos para apoyo y difusión de contenidos canadienses.
En la víspera de estas discusiones, el presidente de asuntos internacionales de Google ha indicado que la compañía está abierta a nuevos requerimientos, pero a la vez advierte que no deben ser muy extremos para evitar arruinar la experiencia online de la gente.
