¿Culpa de la pandemia, la pospandemia o malas decisiones?
La respuesta, una vez se analiza todo en conjunto, es una mezcla de los elementos señalados más arriba.
Ahora bien, ¿qué, exactamente, estamos respondiendo aquí? ¿A qué hace referencia la primera pregunta? Pues, a algo muy obvio desde hace meses: el ámbito tecnológico luce estancado, desinflado y, peor, repetitivo.
Desde hace muchas semanas, solo se habla de dos o tres temas, con sus respectivas variantes.
Estos son ChatGPT y los riesgos o beneficios de una inteligencia artificial que, para muchos, va desbocada hacia lo desconocido; las locuras y patadas voladoras de Elon Musk en Twitter, una plataforma que parece acercarse a su irremediable fin; y la situación desesperada que vive el entorno tecnológico con los despidos masivos y engavetamiento de proyectos hasta no se sabe cuándo.
¿Volaron estas compañías, como Ícaro, demasiado cerca de sol? Desde el punto de vista de la imprudencia y la falta de visión que acompañaron a Amazon, Meta, Netflix y demás en la transición de la pandemia a lo que hoy llamamos pospandemia, podría decirse que sí.
Ideas grandiosas que en un momento de encerramiento hacían sentido. Grandes inventarios y alquiler de espacios enormes para dar abasto a una demanda que jamás se pensó bajaría. Abuso del público consumidor al meter, de manera engañosa y forzada, ideologías woke en productos de entretenimiento y de consumo general.
Esto es lo que ha pasado, y ahora vemos el resultado en una temporada totalmente muerta y desprovista de algo novedoso y llamativo.
ChatGPT, pese a que es un tema que todos los días está sobre el tapete, ya no es ninguna novedad. Al contrario, habrá quien diga que está harto de eso. Igual de hartos podríamos decir que estamos de Musk y sus locuras impulsivas. ¿Qué hay de bitcoin y las criptomonedas? Esas no han vuelto a levantar cabeza.
De momento, a no ser que haya una hecatombe o algún acontecimiento que nadie estaba esperando, solo nos queda esperar el próximo lanzamiento de algún teléfono o equipo afín, y hasta eso se ha vuelto repetitivo.