En lo que el planeta Tierra termina de colapsar gracias al cambio climático y el nulo esfuerzo de los principales gobiernos por detenerlo, tal parece que hay una carrera por imponer la inteligencia artificial a como dé lugar.
Las cosas empezaron de manera un tanto inocente y juguetona, con pequeños robots de aspecto gracioso que impresionaban con su habilidad de hacer ciertas maniobras.
Luego pasamos a robots de aspecto tan realista que se han quedado confinados en su mayor parte a Japón, aunque algunos, como Sophia, son reconocidos internacionalmente y hasta hacen recorridos para dar a conocer los avances tecnológicos que encierran.
Desde el punto de vista funcional, los robots no son una mala idea y, en efecto, vienen a ser un buen complemento en varios aspectos.
Por supuesto, las cosas no se han quedado en robots, sean físicos o virtuales, y de ahí pasamos a conceptos un tanto nebulosos como es el caso del metaverso propuesto por Mark Zuckerberg, idea tan extravagante que, de momento, al menos, no parece haber despegado.
Aun cuando el metaverso, con toda su carga de inteligencia artificial y combinación de realidades, no haya arrancado del todo, ello no significa que los esfuerzos por imponer la inteligencia artificial sobre la humana hayan parado, y ahí tenemos el caso de ChatGPT.
Podrá argumentarse que ChatGPT es, al igual que los robots, un complemento más, pero en este caso las cosas ni son tan simples ni son tan inocentes. Tras meses de alabanzas, ya se están viendo protestas por el futuro que nos espera a merced de esta tecnología.
Todo este preámbulo sirve para comentar el más reciente proyecto en salir de las entrañas de la inteligencia artificial: WorldCoin, donde uno de los cofundadores es Sam Altman, actual CEO de OpenAI, la compañía detrás de ChatGPT.
WorldCoin es una mezcla extraña de objetivos donde al final prevalece el dominio de la inteligencia artificial sobre la humanidad, que para el momento donde logre su meta probablemente ya se haya vuelto obsoleta y redundante.
Veamos el caso: WorldCoin aspira a convertirse en un sistema global financiero y de identidad humana, donde todos somos dueños al tratarse de una estructura descentralizada.
Si esta declaratoria recuerda un poco los principios de bitcoin, posiblemente no se trate de una mera coincidencia, pues uno de los elementos de WorldCoin es, justamente, un token digital.
Al igual que ocurre con bitcoin y otros criptoactivos, los planes de WorldCoin son grandiosos y abarcan no solo la identidad humana, sino la facilitación de procesos democráticos y el establecimiento de un ingreso básico universal impulsado por inteligencia artificial.
De todo lo que establece WorldCoin en su declaratoria inicial, quizás lo más preocupante es la necesidad integrada e imperiosa de verificar la identidad de cada miembro a través de datos personales o a través del escaneo del iris del ojo, para lo cual ya se han instalado máquinas especiales, de nombre Orb, en 35 ciudades en 20 países.
Como la idea es tan rara, WorldCoin ha decidido endulzar a potenciales usuarios ofreciéndoles un pago en WLD, el token asociado al proyecto, a cambio de sus datos biométricos.
De momento, alrededor de 2 millones de personas alrededor del mundo han cedido sus datos a WorldCoin, proyecto que apenas se lanzó ayer, lunes 24 de julio de 2023, formalmente.
Es importante aclarar que esos 2 millones de personas que cuenta WorldCoin como sus miembros no se apuntaron en un día, sino que este proyecto lleva tres años en desarrollo paulatino y durante este tiempo fue ganando esos adeptos.
¿Te unirías a WorldCoin? La idea, además de extraña, sugiere un futuro dominado por inteligencia artificial, pues uno de los supuestos objetivos de establecer la identidad de cada cual es permitir diferenciar entre usuarios humanos y no humanos en la Internet.
El futuro pinta raro, sin duda alguna.
