¿Ganas de brillar, o de que lo brillen? Quizás para sorpresa de nadie, pues estamos acostumbrados a sus excentricidades, Elon Musk ha decidido demandar a OpenAI.
Siendo el caso que OpenAI actualmente lidera el escenario de la inteligencia artificial, sería plausible pensar que la demanda obedece a que Musk no está participando de los beneficios de la compañía que confundó en 2015 y de la que se salió en 2018 por -¿qué más?- desavenencias con los demás.
La realidad, sin embargo, es que está demandando a OpenAI por incumplimiento de contrato, y este incumplimiento consiste en que la compañía se ha desviado de su misión original de desarrollar inteligencia artificial para el bien de la humanidad, sin afán de lucro.
Quiere decir, entonces, que Musk está demandando a OpenAI por comercializar esta tecnología y, en el proceso, generar ingresos.
Qué filantrópico es Musk, ¿verdad? No necesariamente. Hay muchas contradicciones con este tema. Antes de irse de OpenAI, por ejemplo, pidió acelerar el ritmo de desarrollo, solicitud que va en contra de declaraciones recientes que deploran la rapidez de los avances en ese campo.
Luego están los otros negocios de Musk, donde se cuentan Tesla, SpaceX y, más recientemente, X, todos ellos entes comerciales con fines de lucro.
Las contradicciones siguen cuando recordamos que, meses atrás, Musk catalogó a la inteligencia artificial como un peligro para la humanidad, tan solo para lanzar al poco tiempo su propia startup dedicada al tema.
La realidad es que con Musk nunca se conocen las intenciones o motivos ulteriores, pero en algo podría tener razón, y es que, en efecto, los avances de la inteligencia artificial van muy rápido, y OpenAI es el principal artífice.
En la medida en que OpenAI sigue maravillando al mundo con estos avances, crecen los temores respecto a dónde se dirigen la empresa y la humanida si se continúa por este camino.
Gracias al apoyo e involucramiento directo de Microsoft, Open AI no solo es la voz cantante en inteligencia artificial, sino que hay visos de monopolio que ya se están investigando.
Asimismo, hay cierto resquemor en lo que respecta a la ética de la compañía y de su CEO, el célebre Sam Altman, quien en noviembre del año pasado fue despedido momentáneamente de este rol.
Han pasado los meses y no se conoce a ciencia cierta lo que motivó a ese repentino e inesperado despido. Se sabe que hubo diferencias de opiniones que llevaron a la situación, sin nunca entrarse en los detalles de lugar.
A raíz de este episodio, hay reportes de que por esos días OpenAI hizo un descubrimiento que podría radicalmente cambiar el rumbo de la inteligencia artificial, poniendo sus capacidades casi a la par de la inteligencia humana, con posibilidades reales de sobrepasarla.
Se habla del proyecto Q*, un modelo de inteligencia artificial general que sería capaz de resolver problemas matemáticos simples, siendo esta una de las fronteras que, de sobrepasarse, llevaría las cosas a un nivel insospechado en lo que respecta a desarrollo y consecuencias.
¿Será esto lo que trata de parar Musk con su demanda a OpenAI y su exigencia de que vuelva a sus orígenes? Está por verse. Mientras, Musk tiene un lío con exempleados de Twitter que aún no ha indemnizado.