A la hora de encontrar pareja, muchas personas, sobre todo de la llamada generación z, están optando por formas más tradicionales de conocer gente y echar a un lado las aplicaciones de citas.
Las razones detrás del fenómeno son variadas y van desde experiencias poco satisfactorias y costos ocultos en plataformas hasta engaños que tienen consecuencias en la vida real.
Un riesgo inherente a las aplicaciones de citas es que cualquiera puede robarse nuestra información -y potencialmente nuestra identidad- si la plataforma no cuenta con previsiones adecuadas de seguridad.
A través de los años se ha hecho evidente que para muchas de estas plataformas, tal como ocurre con redes sociales, la seguridad y privacidad de los usuarios no son necesariamente una prioridad, evidenciándose la realidad en las frecuentes noticias de hackeos.
Otro riesgo asociado al uso de aplicaciones de citas es el fenómeno conocido como catfishing, donde gente con malas intenciones atrae víctimas en base a una perfil falso online, a veces haciéndose pasar por gente real.
Y ni hablar de los numerosos engaños y estafas que se han dado por esta vía, donde podemos mencionar el ahora célebre caso del Tinder Swindler.
También podemos mencionar la estafa conocida como pig butchering, que involucra una inversión en criptomonedas.
Todo esto es motivo suficiente para desistir del uso de esas aplicaciones de citas, pero lo que verdaderamente irrita a la generación z, según conocedores del tema, es el hecho de que a ninguna de estas plataformas le importa realmente la felicidad del usuario.
La generación z está clara en que el objetivo de cada una de estas aplicaciones de citas es generar ganancias y, a tal efecto, usan numerosos trucos no solo para obligar a usuarios a pagar a cambio de ciertas facilidades, sino para retenerlos ahí por largo tiempo.
Y tú, ¿prefieres conocer gente de la manera tradicional, o confías en estas aplicaciones?