Reino Unido cerró su última planta de carbón en funcionamiento el pasado 30 de septiembre, poniendo fin a 142 años de uso y dependencia del combustible fósil que fue sinónimo de la revolución industrial.
El carbón fue por muchos años un elemento clave en la economía británica, llegando a ser uno de sus principales productos de exportación y su principal fuente de energía por años.
No fue hasta la década de 1990 que se vio una reducción en la dependencia del carbón en ese país, cuando pasó de representar un 65 por ciento de la oferta de electricidad a un 35 por ciento.
A partir de ese punto, pasó lo inevitable: se fue acumulando la evidencia de los daños medioambientales que provoca la dependencia del carbón, y con ello ha ido intensificándose la presión por adoptar alternativas sostenibles.
Es así como Reino Unido pone fin a la energía generada por carbón, una movida muy simbólica cuando se toma en cuenta que este fue el primer país en contar con una planta de carbón.