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GenZ

Lidiar con la Generación Z es un ejercicio de paciencia

La brecha generacional es una realidad con la que todos en algún momento hemos tenido que lidiar, pero lo que ocurre con la Generación Z es digno de antología.

La Generación Z, los llamados nativos digitales, son las personas nacidas entre mediados de los 90s y principios de la década de 2010. Son los jóvenes expertos en smartphones y plataformas digitales que andan buscando integrarse a la empleomanía en la actualidad.

Por una serie de factores sociales, culturales y hasta contextuales, la Generación Z es muy diferente a cualquier otra que haya surgido antes que ella, y eso está trayendo serios choques a cada nivel imaginable.

Estas son personas que se enmarcan en la llamada generación de cristal, donde todo es motivo de ofensa, que no se acoplan a las reglas ya establecidas y que parecen haber convertido en su lema principal el cliché aquel de la ley del mínimo esfuerzo.

Por un tema de exposición nativa a internet, redes sociales y más tecnología de la que es necesaria, son personas que carecen de las más básicas aptitudes de interacción profesional en espacios de trabajo o académicos.

Son personas que no resisten un llamado de atención, que por lo más mínimo renuncian sin siquiera dar previo aviso y que priorizan su tiempo de ocio por encima de cualquier otra cosa.

Si bien esto último no está mal, y es algo que generaciones anteriores deberían tratar de emular hasta un punto, pues lo cierto es que no hay balance en la actualidad, hay que decir la realidad: son personas difíciles de tratar y que con facilidad descalifican al otro.

Para Millennials y Generación X, el reto es grande, pues a menudo la comunicación se pierde en lo claro porque ambas partes miran las cosas desde su perspectiva, sin que haya un punto medio.

Cada uno, según su forma de ver las cosas, tiene la razón, y eso está llevando a que haya una proliferación de servicios que intentan educar a la Generación Z en etiqueta laboral y de oficina.

Según reportes, no es solo que estos jóvenes carecen de las habilidades para llevarse armoniosamente con sus jefes y compañeros de trabajo, sino que son personas con derechos especiales solo porque sí.

Quizás lo peor es que, en algunos casos, la brecha se extiende a hábitos de higiene y de presentación personal, y eso es, incluso, más preocupante, porque habla de una carencia absoluta de sentido común.

Y tú, ¿has tenido experiencias de este tipo? Comenta.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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