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Msft Negligence

¿Realmente importa la ciberseguridad a Big Tech?

El mundo de hoy es una enorme paradoja: al tiempo que la internet y los recursos digitales abren oportunidades y democratizan acciones, ocurre que estamos bajo asedio constante de hackers y estafadores.

En estos tiempos, exacerbado nada menos que por la inteligencia artificial, no podemos confiar en nada que veamos online. Cada mensaje -de correo, texto o SMS- encierra el potencial de una estafa o intento de phishing, y ni hablar de la nueva moda de las llamadas silentes, diseñadas para captar la voz de manera subrepticia para luego ser clonada y utilizada para fechorías variadas.

Por si fuera poco, el mundo de hoy gira en torno a nuestros datos, y estos tampoco están seguros, según evidencian los masivos hackeos y robos de bases de datos que a cada momento acaparan titulares a nivel global.

¿Qué es lo que está pasando? La situación, pese a lo compleja y complicada que luce, al final se resume en negligencia y falta de ética y controles efectivos. Ejemplos abundan, pues la realidad es que no hay una sola compañía de renombre ni una sola industria que no haya sido víctima -conjuntamente con sus clientes y colaboradores- de estos ciberataques que dejan a más de uno con las manos en la cabeza.

En el medio de este panorama, Big Tech, liderada por titanes como Microsoft, Google y OpenAI, se muestra impávida e indefensa ante la aparente astucia e ingenio de hackers muy jóvenes que suelen ubicarse en Rusia, China o Corea del Norte y que a menudo trabajan para gobiernos particulares y organizaciones que podría decirse son de crimen organizado.

¿No se supone que estas compañías que dependen de nuestros datos, ya sea para supuestamente facilitarnos la vida o bombardearnos publicidad tan personal que resulta hasta dolorosa, tienen la obligación de cuidar nuestra información y garantizar su privacidad? En teoría, sí, pero resulta que ninguno de nosotros lee el contrato que firmamos digitalmente al momento de usar los servicios que ofrecen, y justo ahí empiezan los problemas.

Sobre todo en el caso de redes sociales y plataformas afines, es poco o nulo el control que tenemos sobre estas cuestiones, y eso en parte es el costo de usar servicios que son mayormente «gratuitos», y esto se pone entre comillas porque detrás de la pantalla gratuita hay un costo muy alto que todos pagamos sin siquiera darnos cuenta a la primera.

Por supuesto, las ciberamenazas y hackeos no son exclusivas de redes sociales ni de websites que ofrecen bienes y/o servicios online. A nivel corporativo, lo mismo que a nivel gubernamental, existe el mismo problema, magnificado y a una mayor escala. Aquí también está presente la Big Tech, y es aquí donde más se siente y más duele la negligencia que les ha caracterizado por siempre y que ahora es que se hace más evidente porque no hay cómo esconderla.

Microsoft es , quizás, el caso más elocuente. La compañía que por décadas ha dominado en entornos corporativos y gubernamentales en todo el mundo a través de su famoso sistema operativo Windows está hoy bajo escrutinio en Estados Unidos por lo que se considera grave negligencia en el tema de la ciberseguridad.

El mundo informático, con sus códigos, algoritmos, protocolos y estándares cambiantes, luce un tanto complejo y desafiante desde fuera, y eso es lo que permite, justamente, ese grado de negligencia que se hace cada vez más evidente e irritante. A veces basta con no actualizar uno de esos protocolos para que se desate el pandemonio o, peor, que no se den los pasos necesarios para que haya uniformidad en el nivel de actualización de sistemas operativos, lo que resulta en fragmentación y dolores de cabeza.

No ayuda el hecho de que, a menudo, las actualizaciones están plagadas de errores que salen caros al usuario. Asimismo, muchas de estas compañías ignoran advertencias que apuntas a posibles vulnerabilidades que pueden ser explotadas, solo reaccionando cuando tienen el lío entre manos. Microsoft es recurrente en este tipo de incidentes.

Por años se ha especulado que la propia Big Tech es que crea el problema de la ciberseguridad y su solución, algo similar a aquello de que el que hace la ley hace la trampa por igual. Por mucha presión que se le meta a Microsoft en esta vuelta, es poco probable que veamos el fin de esta negligencia colectiva.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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