A propósito de tantas demandas que se han visto últimamente en el ámbito tecnológico por el tema de plagios a nivel de diseño y software ha surgido un interesante debate en Estados Unidos, que es donde suelen tomar lugar una buena parte de estos litigios: ¿afectan las patentes la innovación a lo interno de la industria tecnológica?
La respuesta a esta pregunta depende de cómo se mire el caso, pues, ciertamente, las patentes cumplen un rol al proteger ideas, conceptos y los productos que de allí derivan del uso indiscriminado de otras personas o empresas que pudieran buscar la forma de sacarles provecho sin tener derecho a ello. Visto así, las patentes no solo resultan necesarias, sino que se justifica que se defiendan en la corte cuando lo amerite el caso. Después de todo, quien patenta una idea lo hace para contar con algún mecanismo de protección en caso de que aparezca algún vivo que quiera imitar o apropiarse de la misma.
El tema de las patentes se complica cuando entran en juego otras variables y se hace una defensa extrema de las mismas. ¿Qué califica de plagio? El concepto es un tanto subjetivo, pero en algunos casos la evidencia habla por sí sola. En el caso de Apple-Samsung, a nivel visual, había similitudes entre los productos, tanto a nivel de formas como de aspecto. En agosto pasado, específicamente en Estados Unidos, Apple obtuvo una sonada victoria sobre Samsung. Sin embargo, en otros países, las cosas no fueron tan absolutas, y esto da una idea de qué tan complejo es el tema.
A propósito del caso Apple-Samsung salieron a relucir algunos puntos de interés. Por ejemplo, ¿se tiene derecho a patentar formas? La misma pregunta, pero reformulada, se ha hecho en otras instancias, como cuando Facebook patentó la palabra “face”, la cual se supone es de uso común. También se dan situaciones un tanto irónicas. Apple, que ha demostrado ser un defensor acérrimo de sus cosas, fue acusada hace unos meses por el sistema suizo de ferrocarriles de haber copiado el diseño de su reloj en iOS 6. Tras echar un vistazo al reloj en cuestión, queda claro que Apple copió ese diseño deliberadamente, quizás porque al ser clásico (data de 1940) y minimalista va perfectamente con su estilo. Quizás porque lo reconoce así fue que la compañía accedió hace unos días a pagar 21 millones de dólares por el derecho a usar el diseño.
A nivel de litigios por asuntos de patentes aparece de todo: historias que dan grima, casos que generan acalorados debates, situaciones irónicas, casos absurdos y un largo etcétera. A pesar de lo divertido que pudiera parecer a algunos, este asunto de las patentes, al menos en el ámbito tecnológico, parece estarse saliendo de las manos. Casi todos los días aparece alguna noticia nueva que informa de compañías que se demandan mutuamente. Algunas tienen razón, otras parece que lo hacen por gusto. Hay compañías que se han dedicado literalmente a cazar patentes, y estas, en Estados Unidos, son fuente de preocupación. Les llaman patent trolls y hay quienes opinan que ponen a la industria no solo de cabeza, sino en peligro.
Hablando de peligro, hay quienes opinan que tantas demandas y tanta protección de patentes terminan arruinando la innovación en tecnología, específicamente a nivel de software. Alex Tabarrok, economista y coautor del blog de economía Marginal Revolution (revolución marginal), se inscribe en este grupo.
Al tiempo que pondera la necesidad de patentes en algunas industrias, como la farmacéutica, Tabarrok ve que para la industria del software estas constituyen una barrera que efectivamente limita la entrada de nuevos jugadores que pudieran innovar sobre la base de tecnologías existentes por el temor subyacente de que venga una demanda a la que no se pueda hacer frente. La idea queda resumida en el siguiente video.