La Luna fue conquistada hace más de 40 años, concretamente el 16 de julio de 1969, cuando los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin descendieron en la superficie lunar, a donde llegaron como parte de la misión Apolo 11 junto a Michael Collins, quien estuvo a cargo del módulo de mando. A pesar de que la hazaña fue descrita como un gran salto para la humanidad, en los años subsiguientes el interés por el único satélite natural de la Tierra fue decreciendo. Justo hoy se cumplen 40 años del lanzamiento de la última misión a la Luna, Apolo 17, y, como dato interesante, uno de sus miembros, el astronauta Eugene Cernan, reveló hoy que dejó una cámara allá con la intención de que fuera regresada por otros astronautas.
El deseo de Cernan nunca se cumplió porque después de Apolo 17 en 1972 no ha habido más misiones a la Luna por una serie de factores que van de lo económico a lo político. La NASA tenía planes de mandar otra misión en el año 2020 pero fueron desestimados luego que el presidente estadounidense Barack Obama solicitara el cierre del proyecto lunar para dedicar los fondos al desarrollo de nuevas tecnologías espaciales.
Siendo el caso que Estados Unidos es hasta ahora el único país en haber mandado astronautas a la Luna con éxito y que de momento no hay planes concretos por parte de la agencia espacial, bien podría decirse que la exploración del satélite ha pasado a un segundo plano. Sin embargo, las cosas no son así. La agencia Xinhua informó esta semana que el Centro de Investigación Astronauta en China había perfeccionado junto a técnicos alemanes un proceso de producción de vegetales en ambientes cerrados que podría ser usado en planes a futuro que contemplan la instalación de una base en la Luna o en Marte. Por otro lado, justo en la víspera del 40 aniversario de Apolo 17, la empresa privada estadounidense Golden Spike anunció formalmente sus planes de ofrecer servicios de vuelos comerciales a la Luna a los gobiernos del mundo.
A diferencia de los planes chinos, que no tienen fecha concreta, Golden Spike tiene en la mira al añ0 2020 para su lanzamiento inicial. Hasta ahora la compañía contempla un total de 15 a 20 lanzamientos luego de determinar cuáles países estarían interesados en mandar una misión, ya sea con fines de investigación o para aumentar su prestigio nacional. A diferencia del movimiento lunar de la década de 1960, donde había intereses políticos de por medio, el enfoque de Golden Spike es convertir estas misiones en un commodity para la década de 2020, según declaraciones de su presidente, Alan Stern.
De momento varios países, entre ellos Corea del Sur, Japón y Sudáfrica, han mostrado interés en lo que ofrecerá Golden Spike, que lleva dos años y medio desarrollando su estructura. Eso sí, que llegar a la Luna no será barato, pues se contempla que la compañía cobraría 1.5 mil millones de dólares por el servicio, una cifra que no sorprende si se toma en cuenta que se calcula una inversión inicial de entre 7 y 8 mil millones de dólares para que el proyecto arranque. El plan de Golden Spike, cuya junta directiva incluye a varios ex empleados de la NASA, es reutilizar transbordadores ya existentes e implementar un modelo de negocios similar a la industria espacial rusa, que en las décadas de 1980 y 1990 cobraba a los países por permitir a sus astronautas usar las facilidades de las estaciones Mir y Salyut.
Aunque no tenga que invertir recursos en el desarrollo de nuevos transbrdadores, Golden Spike si deberá trabajar en la elaboración de nuevos trajes espaciales y un módulo de aterrizaje.