En septiembre pasado unas partículas subatómicas llamadas neutrinos pusieron al mundo de la física patas arriba porque unos experimentos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) parecían demostrar que estas viajaban a una velocidad mayor que la luz, algo imposible de acuerdo a la teoría de la relatividad especial de Albert Einstein.
El hallazgo, que pareció confirmarse nuevamente en noviembre con un nuevo experimento, no convenció del todo a expertos en física, a pesar de que los neutrinos a todas luces seguían desafiando a Einstein, considerado el padre de la física moderna y cuyas teorías resultan elementales para el entendimiento de conceptos como espacio-tiempo.
Desde septiembre, y nuevamente en noviembre, a la luz de los nuevos resultados, surgieron varias teorías tratando de explicar la diferencia de 60 nanosegundos con respecto a la velocidad de la luz que habían registrado los neutrinos que viajaron desde el laboratorio subterráneo de CERN en Ginebra hasta el subterráneo de Gran Sasso en Italia.
Se contemplaron posibles errores en la medición, se llegó a especular que los relojes en el espacio (en referencia a los GPS) se mueven en un período de tiempo relativamente diferente a aquel en que se mueven los neutrinos que viajan por debajo de la tierra e incluso llegó a decirse que el hecho de que esos neutrinos hubiesen retenido su energía contradecía la idea de que hubiesen viajado más rápido que la luz. Tantas teorías complejas y fascinantes tan solo sirvieron para ejercitar la creatividad, pues ahora científicos de CERN dicen que es posible que el extraordinario resultado haya sido causado por un cable flojo de fibra óptica esos que conectan receptores de GPS a computadoras.
Misterio resuelto, lo que demuestra que para todo hay una explicación, a veces más lógica y simple de la cuenta.
