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Cría fama: el caso de Telegram

Cría fama: el caso de Telegram

En cuestiones de mensajería, la rivalidad siempre ha sido entre WhatsApp y Telegram, ganando la primera por amplio margen en cantidad de usuarios activos y frecuencia de uso.

Pese a la indiscutible popularidad de WhatsApp, siempre queda la duda en el aire de qué tan segura o respetuosa de la privacidad es esta plataforma, sobre todo después de que fuera adquirida por Meta -en ese entonces Facebook- en 2014.

Para nadie es secreto que Facebook tiene una pésima reputación en lo que tenga que ver con seguridad y privacidad, cuestionándose el sentido de ética de la compañía y su fundador, Mark Zuckerberg, en incontables ocasiones.

Ante esta duda legítima, exacerbada por el hecho de que hace ya varios años que la plataforma está interconectada a otros servicios de Meta, compartiendo ciertas informaciones de manera activa con su compañía matriz, Telegram se ha posicionado como la alternativa más segura y respetuosa en plataformas de mensajería.

Fundada en 2013 por Pavel Durov, Telegram siempre se ha presentado como una plataforma superior a WhatsApp en todos los sentidos posibles, desde las funciones hasta el delicado tema de la seguridad y la privacidad, aumentando considerablemente esta narrativa tras la famosa adquisición de su rival por parte de Zuckerberg en 2014.

¿Es Telegram, en realidad, un producto superior a WhatsApp? Depende de cómo se mire. A nivel de funciones, le lleva la milla, como se dice popularmente, y prueba de ello es que WhatsApp vive estrenando funcionalidades que llevan años presentes en Telegram.

Enviar fotos como documentos, para que no pierdan calidad, es tan solo un ejemplo que ilustra el caso, lo mismo que la posibilidad de editar lo que se escribe después de que se ha enviado. Otro ejemplo clásico es la habilidad de borrar mensajes que ya hemos enviado, sea porque nos arrepentimos o porque contienen algún delicado o, quizás, alguna desinformación.

Por ese lado, Telegram es, sin duda, superior, y lo mejor es que sigue sumando funcionalidades y facilidades. Donde no necesariamente supera a su rival es en cuestiones de seguridad y privacidad, uno de los supuestos fuertes de esta alternativa.

Mucho se habla de esta famosa seguridad, sin embargo, ha habido varias oleadas de ataque a cuentas de Telegram que han resultado en su hackeo o en su toma de posesión por parte de terceros. Según varios reportes recientes, todo indica que en este momento una de tales oleadas está en desarrollo.

La recomendación usual para evitar que una cuenta sea hackeada o robada es activar los mecanismos de seguridad, en especial la doble verificación, donde una contraseña o un código se generan a modo de protección adicional cuando alguien trata de forzar su entrada.

¿Santo remedio? Ni cerca. En esta época interconectada, donde los hackers son cada vez más habilidosos, no hay medida de seguridad que valga, y es así como una cuenta Telegram protegida de esta manera ya no está con su dueño.

Para ser justos, esto puede pasar en cualquier plataforma. Lo verdaderamente imperdonable en el caso de Telegram es la irresponsabilidad en lo que respecta a soporte al usuario, el cual es simplemente inexistente.

Cierto es que estos servicios son “gratuitos”, y se pone entre comillas porque, en realidad, no se sabe quién lee nuestras conversaciones o qué manejo se le da a todo eso que hacemos y compartimos en esas aplicaciones de mensajería

Aun cuando el servicio al cliente de Meta es pésimo, experiencias previas y actuales con Telegram sugieren que aquí, en la niña linda de la mensajería, es infinitamente peor. De nada vale mandar correos, hacer mención a la compañía y sus canales de soporte en redes sociales o, incluso, mandar mensajes directos por ahí. Recibir una respuesta es casi un milagro.

Conclusión: debemos repensar nuestra relación con todas estas compañías que se aprovechan de nuestra data y nuestro tiempo sin darnos siquiera atención a cambio.

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AUTORA

ROCIO DIAZ

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