Ilya Sutskever, cofundador de OpenAI y jefe de operaciones científicas hasta hace poco, fundó en días recientes su propia compañía de inteligencia artificial: Safe Superintelligence (SSI).
La movida, que se hace acompañar de un enfoque ético, es una que no debería sorprender a nadie que haya dado seguimiento a la novela OpenAI que tuvo lugar en noviembre pasado cuando su CEO, Sam Altman, fue repentinamente despedido, tan solo para ser reinstalado días después.
Aunque nunca se supo a ciencia cierta lo que pasó ahí, la versión más socorrida -y la que parece estar avalada por suficiente evidencia- es que Sutskever y otros miembros de la junta directiva de OpenAI veían con recelo las movidas cada vez más osadas de Altman, siendo el consenso generalizado que las cosas habían tomado un rumbo alejado de lo ético, imponiéndose el afán de lucro por encima de cualquier otro interés.
Sutskever y su grupo no han sido los únicos en advertir la tendencia poco ética de Altman, sumándose a la alerta gente como Elon Musk, quien tiene una vendetta personal contra OpenAI.
Tomando en cuenta el contexto y las circunstancias, no es de extrañar que Sutskever, quien formaba parte del equipo encargado de velar por el manejo ético y controlado de OpenAI (Superalignment), decidiera renunciar en mayo pasado.
Al tiempo que renunció Sutskever, otro miembro de ese equipo, Jan Leike, también abandonó OpenAI, uniéndose a su rival Anthropic.
Es así como llegamos al anuncio de SSI y su misión de llegar a una superinteligencia segura con un solo enfoque y una sola meta: la misma que da nombre a la compañía.
Con SSI y la misión planteada, Sutskever se compromete a contrarrestar los aspectos malévolos de una tecnología tan dinámica, amplia y poderosa como lo es la inteligencia artificial.
Lo planteado por Sutskever podría parecer exagerado o fruto de las desavenencias con Altman y el resto de OpenAI, pero hay indicios de que la idea de una superinteligencia capaz de hacer daño a la humanidad no es tan descabellada.
Como para dar la razón a esos temores, tras la salida de Sutskever y la consecuente disolución del equipo Superalignment, OpenAI conformó un nuevo equipo de seguridad liderado nada menos que por un exdirector de la NSA, la controvertida Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, cuyo espionaje masivo fue denunciado por Edward Snowden en 2013.
Paul Nakasone, un general retirado que hasta febrero de este año estuvo al mando de la NSA, no solo lidera ese equipo de seguridad en OpenAI, con la misión de contrarrestar y combatir más eficientemente las amenazas de ciberseguridad, sino que es también parte de la junta directiva de la compañía.
Snowden no tardó en dar la voz de alerta ante esta movida tan osada, calificándola de traición calculada a los derechos de cada persona en el mundo.
Visto el panorama, quizás el enfado de Musk con Apple tras la integración de OpenAI en su ecosistema no sea tan injustificado después de todo.
