Desde el smartphone que actualmente tenemos en la mano hasta bocinas inteligentes de hogar como las que ofrecen Amazon y Google, bien podría decirse que la inteligencia artificial está cada vez más presente en nuestras vidas, facilitándonos las cosas al asumir el control de cuestiones cotidianas como son los recordatorios y ofreciendo de paso formas más rápidas de interacción con plataformas y equipos.
Aunque el término ha venido a popularizarse en los últimos años, hay que aclarar que el concepto de inteligencia artificial no es nuevo, con un desarrollo que data de décadas, y que, contrario a la creencia popular, no se limita a robots ni a asistentes inteligentes como Siri, Alexa o Google Assistant.
En efecto, la inteligencia artificial es una de las tecnologías más versátiles en existencia, con aplicaciones en medicina, entretenimiento, logística, manufactura, venta al detalle y hasta en educación. Sensores, algoritmos, programación y mucho aprendizaje sobre la marcha conforman las bases de este avance, siendo términos asociados los conceptos de redes neuronales -que tratan de emular el funcionamiento del cerebro humano- y machine learning, que se ocupa justamente del aprendizaje de estos sistemas avanzados.
¿Cómo funciona todo esto? Para responder a esta pregunta, y ofrecer de paso una mirada hacia el futuro próximo, estuvo Cassie Kozyrkov, ejecutiva de Google especializada en ciencia de datos cuya misión es impulsar y democratizar lo que a su entender es la próxima fase en inteligencia artificial: decisión inteligente.
Todo proceso creativo, dentro y fuera de la inteligencia artificial, parte de una idea. En el caso de inteligencia artificial y tecnologías afines, esta idea empieza con data que necesita organizarse, contenerse y moldearse hacia una solución. En esta parte intervienen los algoritmos, que además de organizar ayudan a transformar esa data en una solución automática, incidiendo de paso en el proceso de machine learning, donde las máquinas aprenden de ejemplos y se van perfeccionando con el tiempo.
Hasta aquí el proceso parece sencillo, pero no lo es, pues tiene distintos niveles de dificultad según la tarea que se tenga a mano. Más allá de esto hay una cuestión que a veces ni resulta evidente en el proceso de desarrollo pero que sí se refleja en escenarios de uso real: siempre la pregunta de la que se parte al trabajar una idea es “¿cómo funciona?” cuando la pregunta en realidad debería ser “¿funciona”?
Responder a la pregunta de si una cosa funciona es el principio de decisión inteligente, y este está intrínsecamente ligado a la creatividad humana, razón por la cual la tecnología nunca desplazará a la gente del todo. Debe recordarse que la inteligencia artificial es el producto de creatividad e ingenio humano, y su perfeccionamiento requiere de ese input en todo momento.
Decisión inteligente no es más que un enfoque más humanizado y funcional de una tecnología que por momentos puede lucir muy fría e impersonal. Es importante tener en cuenta que cada desarrollo y avance en esta y cualquier otra área va dirigido a la humanidad en general, y por ende hay que pensar en los términos en que lo haría el usuario común y corriente. De esta manera no solo se tienen resultados más adecuados y optimizados, sino que se contribuye a democratizar el acceso a estos avances.