La noticia que domina desde ayer en el ámbito tecnológico internacional es el cierre de Megaupload, un popular site donde la gente podía almacenar contenido, compartirlo y descargarlo. Junto al cierre, el arresto de varios de sus ejecutivos, entre ellos su fundador, el alemán Kim Dotcom, que actualmente aguarda a ser extraditado hacia Estados Unidos, pues, a todo esto, el arresto fue realizado en Nueva Zelanda.
El cierre de Megaupload, acusado de piratería, chantaje y lavado de dinero, entre otras cosas, ocurrió justo un día después de que más de siete mil sitios en Internet, liderados por Wikipedia, se hicieran sentir contra SOPA y PIPA, dos proyectos de ley que el congreso de los Estados Unidos pretende aprobar con el supuesto objetivo de combatir la piratería en todas sus formas. A pesar de la intención primaria, SOPA y PIPA hacen una definición demasiado abierta de lo que es derechos de autor y dejan campo abierto para toda clase se interpretaciones, lo que daría a Estados Unidos un tremendo control sobre los contenidos de Internet, con alcance internacional.
La piratería no es algo nuevo, y su combate tampoco. Antes de Megaupload y todo el debate en torno a SOPA y PIPA estuvo el caso Napster, un servicio que se aprovechaba de las facilidades que ofrecen los medios digitales para compartir y distribuir contenido y que rápidamente se convirtió en el sitio ideal para los jóvenes conseguir música de gratis en formato MP3. La industria de la música en EE.UU., representada por la Asociación de Industrias Discográficas (RIAA), no tardó en tomar acción, y eventualmente ganó.
Del caso Napster fue que surgieron las tiendas del tipo iTunes, que venden canciones individuales y discos completos a una fracción de lo que costarían en tiendas físicas, donde por demás es imposible comprar una sola canción. Si bien la RIAA tenía argumentos a su favor, una contraparte al argumento es algo con lo que todos nos podemos identificar: cuando estaban en uso los cassettes, era común que la gente grabara sus canciones favoritas directamente de la estación de radio para luego reproducirlas a su antojo. De acuerdo con los argumentos de la RIAA contra Napster, esa práctica tan extendida califica de piratería, y algo similar es lo que se debate hoy con Megaupload y todo lo que hay detrás de SOPA y PIPA.
Para mucha gente, Megaupload era una especie de cyberlocker donde podía almacenar y compartir contenidos que son demasiado grandes para ser enviados por correo electrónico y que, obviamente, ocupan demasiado espacio en memoria. También era un sitio que permitía descargas gratuitas de música, películas y contenido televisivo, a menudo con el aval de celebridades como Kim Kardashian y Kanye West. El FBI acusa a Megaupload de haber generado pérdidas a la industria de la música por el orden de 600 millones de dólares, y las acusaciones de piratería derivan precisamente de la práctica de permitir descargas. Las utilidades generadas por Megaupload venían por el lado de primas que cobraban por descargas más rápidas y acceso a contenidos más exclusivos, y, por supuesto, publicidad.
Difícilmente se trate de una coincidencia que el cierre de Megaupload haya ocurrido al día siguiente de una demostración tan contundente contra SOPA y PIPA. Quizás se trató de un acto de represalia o de una forma de demostrar que SOPA y PIPA son necesarias en las actuales circunstancias. Sin embargo, tal como dice el sitio ALT1040, este caso ayuda a demostrar justo lo contrario, que esa legislación es innecesaria porque de por sí Estados Unidos ha demostrado que tiene fuerza más allá de sus fronteras para someter gente por violación a derechos de autor.
El de Megaupload es el caso más notorio, pero hay más gente que está en la mira y a punto de ser extraditada por estas cosas. La prensa en Reino Unido ha mencionado el caso de Richard O’Dwyer, un joven de 23 años que se encuentra en esa situación por haber provisto links a sitios de descarga a través del suyo, TVshack.net, actualmente cerrado. ¿No es más justo, factible y contundente sancionar directamente a quienes permiten esas descargas? Ese parecería ser el caso de Megaupload, pero, entonces, se alega que el sitio realmente no estaba haciendo nada ilegal. Ya veremos cómo se desarrolla el juicio.
Mientras tanto, el cierre de Megaupload, además de desatar la ira colectiva de sus usuarios y de gente que no simpatiza por SOPA, PIPA y los organismos que están detrás de esas iniciativas, propició una serie de ataques de negación de servicio DDoS de parte de Anonymous, dirigidos a instituciones gubernamentales, RIAA y demás sitios similares.
Para quienes suelen apoyar las acciones de Anonymous, la compañía de antivirus Sophos ha advertido hoy que hacer click sobre links emitidos por ese grupo a través de Twitter tiene el potencial de poner a participar inadvertidamente en esos ataques DDoS. Sophos advierte por demás que probablemente no sea válida la excusa de que no se tenía conocimiento de esas cosas en caso de que haya una investigación. Como están las cosas, es mejor evitar problemas.