Días atrás, un funcionario del Gobierno dejó caer una noticia que rápidamente escaló en alcance e impacto: Amazon establecería un centro de distribución en República Dominicana.
No pocos interpretaron esta noticia como que Amazon se estaría estableciendo aquí, una movida que traería potenciales beneficios a los dominicanos que con regularidad realizan compras a través de esa plataforma.
A medida que se acercaba la fecha en que llegaría el primer vuelo de carga de Amazon al Aeropuerto Internacional Las Américas, los rumores y las expectativas simplemente explotaron en redes sociales: que habría entregas puerta a puerta, que podríamos despedirnos de los couriers y que esas entregas serían más baratas como consecuencia de la llegada de Amazon al país.
Fue tal la dimensión que se le dio al tema que hasta el Presidente aprovechó el momento para referirse al caso en su encuentro semanal con los medios, brindando datos fantásticos que tan solo sumaban al ambiente de altas expectativas que de por sí reinaba.
Se suponía, de acuerdo con la información inicial, que el vuelo inaugural que daría apertura a esas operaciones llegaría el 2 de septiembre, pero por retrasos que no vienen al caso no fue así. Fue el día 3 de septiembre que sucedió la hazaña y… vaya decepción.
Así como la noticia se volvió viral, una vez llegó el avión de carga de Amazon, cuya leyenda reza Prime Air, las expectativas no solo se desinflaron, sino que generaron algo de rabia e indignación, y con toda razón: Amazon en ningún momento ha expresado intención o interés de establecer un hub de operaciones en suelo dominicano. Tampoco contempla entregas puerta a puerta ni concesiones especiales.
¿Qué pasó aquí? Las expectativas desbordadas van de la mano con una grandilocuencia emanada de las propias autoridades del país, quienes suelen hacer anuncios grandiosos que en la práctica no son ni remotamente impactantes o interesantes.
Lo que ha ocurrido aquí es que Amazon ha dejado establecida la ruta Miami – Santo Domingo para su servicio de carga, y nada más. No habrá oficina de Amazon, no habrá entregas más baratas ni beneficios por tener presencia sus aviones aquí.
No solo hubo grandilocuencia, quizás como estrategia para desviar la atención de otros temas de mayor presión, sino que hubo, como de costumbre, poca información clara disponible. Este es un mal que caracteriza cualquier esfuerzo del Gobierno a la hora de anunciar planes o proyectos que involucran tecnología, empresas extranjeras o cualquier elemento que implique modernidad.
El cuento de Amazon en RD es, sin duda alguna, el real dorito. No hay más que agregar.







