En poco menos de un año, Estados Unidos celebrará elecciones presidenciales, con toda su carga de debates televisados, declaraciones controversiales, ataques personales entre candidatos y demás.
Algo que nunca falta en estos procesos electorales es la publicidad, tanto tradicional como digital, así como el aprovechamiento de redes sociales para difundir mensajes e, incluso, influenciar la opinión pública y hasta el posible resultado final de las elecciones.
Podría parecer exagerado sugerir que las redes sociales tienen el poder de decidir el resultado de unas elecciones, sobre todo las de un país tan organizado y avanzado como Estados Unidos, pero la realidad es que ya ha ocurrido, o al menos eso sugiere la evidencia.
Después de 2016, cuando para sorpresa de medio mundo ganó Donald Trump, empezó el escrutinio de las redes sociales, con especial énfasis en Facebook, que en ese momento aún ocupaba una posición de liderazgo.
De ese escrutinio fue que salió la controversia Cambridge Analytica y el uso indebido y no autorizado de la data de millones de usuarios que habían sido subrepticiamente tomados de conejillos de indias para satisfacer intereses particulares.
También por ese prolongado escrutinio, que se mantiene al día de hoy, se supo que la desinformación y las fake news jugaron un papel preponderante en la victoria de Trump.
Y, por supuesto, Trump no fue el único caso donde las redes ayudaron a decidir un resultado electoral: lo mismo se ha venido observando en países de América Latina, desde Chile y Argentina hasta México y Guatemala.
Han pasado 7 años desde la controversia de las elecciones presidenciales estadounidenses, y el panorama relativo a redes sociales y fake news tan solo ha empeorado gracias a un elemento clave: inteligencia artificial.
Tras la irrupción de ChatGPT un año atrás, queda claro que con inteligencia artificial generativa se pueden hacer muchas cosas de una manera relativamente sencilla y con resultados que a veces son demasiado realistas.
Este complicado panorama, donde los deepfakes amenazan con borrar de manera definitiva la línea entre lo real y lo fabricado, ha llevado a Meta -la dueña de Facebook, IG y demás- a actualizar sus políticas de anuncios de corte político en sus plataformas.
De manera particular, Meta exige a los anunciantes indicar públicamente el uso de inteligencia artificial en sus contenidos publicitarios, ya sea para alterar imágenes o videos de carácter social, manipular acontecimientos, crear escenarios falsos o alterar la identidad o acciones de candidatos y otros actores relacionados al proceso
Aunque una buena medida, esta actualización de las políticas de Meta no es suficiente para impedir la proliferación de desinformación y fake news que viene aderezada con deepfakes o imágenes (foto y video) totalmenre creadas por vía de la inteligencia artificial.
Esta política de Meta solo aplica a publicidad electoral, lo que significa que cualquiera puede meter un post con esos elementos y no necesariamente será impedido de circular, cumpliendo así su prometido
Esto ocurre hoy en Estados Unidos., pero lo cierto es que se trata de un fenómeno de alcance mundial, y es por eso que hay que poner atención a esta movida de Meta y lo que ocurra a partir de su aplicación
Desafortunadamente, el auge de la inteligencia artificial y todo lo que se puede hacer con ella a nivel de generación y manipulación de contenidos nos ha tomado de sorpresa. Hasta ahora, ningún gobierno u organización ha dado con la fórmula ideal para evitar abusos por esta vía.
