En estos tiempos dominados por inteligencia artificial, hay que tener mucho cuidado con las conversaciones que tenemos, ya sean a través de aplicaciones de mensajería, llamadas tradicionales, correo electrónico o videollamadas.
¿Cuál de estas vías es la menos segura o la más propensa a aprovecharse para hacer fechorías? La respuesta es: TODAS.
Salvo que se trate de un encuentro en persona, cara a cara, es difícil estar 100 por ciento seguros de que ese email del jefe o de cualquier otro compañero de trabajo es real, sobre todo cuando incluye instrucciones precisas o links para entrar.
Igual ocurre con las llamadas, sobre todo las videollamadas, pues con inteligencia artificial y deepfakes se hacen maravillas que pueden salir muy caras al receptor.
Si no lo creen así, basta ver el caso de una multinacional que perdió 25 millones de dólares luego de que un empleado en la oficina de Hong Kong recibiera un supuesto mensaje del jefe de finanzas (CFO) de la compañía, quien tiene su oficina en Reino Unido.
Tras el mensaje, vino una videollamada con el CFO y dos ejecutivos más, pero… las apariencias engañan, y se trató de un deepfake que tuvo el resultado ya señalado.
En base a instrucciones recibidas en esa videollamada, el empleado procedió a transferir 25.6 millones de dólares a varios bancos en Hong Kong. 15 transferencias bastaron para completar la ronda.
El incidente, que aún está bajo investigación, ocurrió en enero. No fue hasta una semana después, cuando el empleado contactó a la sede principal de la multinacional, que se supo del engaño.
Aunque los deepfakes no son perfectos y ofrecen algún indicio de irregularidad que podría alertar sobre su naturaleza, la realidad es que estos se vienen perfeccionando de manera acelerada, y pronto no habrá rejuego alguno.
En lo que se busca solución a lo que podría ser un problema realmente serio en un futuro nada lejano, asegúrese usted como empleado de buscar todas las confirmaciones y autorizaciones posibles antes de proceder con instrucciones recibidas de manera no presencial. Y, ojo, esto debe extrapolarse a cualquier otro escenario.
