Viajar es un placer, pero a veces pasar 5, 8 ó 12 horas dentro un avión puede ser bastante aburrido e incómodo, sin importar que se esté en primera clase con las comodidades que ello implica. Peor aun, para alguna gente equivale a tiempo desperdiciado.
Hubo una época en la que ciertos viajes que tradicionalmente toman entre 7 y 8 horas podrían hacerse en la mitad del tiempo. Hablamos, por supuesto, de la aviación supersónica a bordo del Concorde, un avión de pasajeros operado por British Airways y Air France.
Viajar por el Concorde era sinónimo de elegancia y lujo, en parte porque no resultaba nada barato y siempre el destino era uno que iba por esa misma línea.
Pese a la ventaja que suponía hacer un viaje de 7 horas en 3 y media, eventualmente el Concorde cesó operaciones en octubre de 2003. Varios factores, entre ellos el alto costo de operación, reflejado en boletos de avión exagearadamente caros, contribuyeron a esta decisión, pero hay un factor que, aunque quizás no tuvo incidencia directa, siempre fue una suerte de debilidad: el excesivo ruido que le acompañaba.
Intentos por revivir la aviación supersónica, con apuestas a que volverá para la década de 2020, se llevan a cabo desde al menos 2016, y una de las cuestiones en las que más énfasis se ha puesto es precisamente lo del ruido.
El dilema del ruido
¿Puede ser silenciosa la aviación supersónica? La NASA busca dar una respuesta con el jet X-59 QueSST, actualmente en proceso de construcción.
Tal como indica su nombre, la aviación supersónica implica volar a una velocidad que sobrepasa la del sonido. El resultado, como se vio con el Concorde en su momento, es una reducción sustancial en el tiempo de viaje, pero, a modo de contrapeso, se hace acompañar de un boom sónico que asemeja una explosión y que puede exceder en ocasiones los 200 decibelios. Este es el resultado de la acumulación de las ondas de choque generadas al sobrepasar la velocidad del sonido.
El diseño de los aviones podrían ayudar a reducir, o quizás hasta eliminar, la inconveniencia que representa este boom sónico, de ahí que NASA haya otorgado un contrato a la compañía aeroespacial Lockheed Martin, con experiencia además en defensa y seguridad, para la construcción del jet X-59. Este será un prototipo que podrá eventualmente servir de base para proyectos comerciales de aviación supersónica.
X-59 está concebido para volar a una altitud crucero de 55,000 pies a una velocidad aproximada de 940 millas por hora. Su estructura, diseñada para no acumular ondas de choque, sería el secreto para reducir el nivel de ruido. Este jet, cuya entrega está pautada para 2021 , no está destinado a uso comercial.
Mientras NASA concibe su propia propuesta para reducir ruido, hay una startup, Boom Technologies, que ha recibido apoyo financiero de Japan Airlines y Virgin Group para relanzar el concepto a nivel comercial. Actualmente trabajan en un jet de demostración, XB-1, para fines de demostración. Este está pautado alcanzar velocidad Mach 2.2, equivalente a 1,688 millas por hora.