Luego de que una persona o empresa se pasa años investigando un tema, haciendo pruebas de laboratorio, escribiendo un libro, componiendo música o divisando ideas innovadoras resulta un duro golpe que venga un intruso y se lleve los méritos. Para evitar eso existe el copyright, un conjunto de normas y principios de carácter jurídico que pretende garantizar los derechos de autor y la propiedad intelectual. A pesar de lo sencilla que pudiera parecer esta definición, el tema en sí es sumamente complejo y últimamente ha dominado una parte importante del debate en torno al uso de internet y sus implicaciones.
En enero de este año ciudadanos de todo el mundo participaron en una ofensiva contra SOPA, un proyecto de ley propuesto en Estados Unidos con la intención de combatir la piratería online, un mal que actualmente afecta a todos los países y que supone pérdidas importantes en las industrias de software, películas, música y entretenimiento en general. A pesar de que inicialmente SOPA parecía tener buenas intenciones, estaba el problema de que su planteamiento no era muy claro y a todas luces su alcance y aplicación iban más allá de la piratería y el territorio estadounidense.
Junto con PIPA, otra ley propuesta para combatir la piratería con énfasis en aquellos websites dedicados a infringir derechos de autor, SOPA quedó en el olvido luego de que las protestas hayan alcanzado un clímax en el que varios websites encabezados por Wikipedia salieron del aire de manera voluntaria, tan solo para dar una idea de cómo serían las cosas una vez entrase SOPA en vigencia.
Aún cuando SOPA y PIPA ya no representan peligro alguno, el tema el copyright, la piratería y la amenaza que se cierne sobre el internet como lo conocemos hoy sigue vigente. Varios países, entre ellos Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, Corea del Sur y la Unión Europea, son signatarios de un acuerdo multilateral llamado ACTA (Anti-Counterfeiting Trade Agreement) que aún no ha entrado en vigencia y cuyas negociaciones prácticamente se han hecho en secreto. Aunque con nombre distinto (en este caso el énfasis va sobre “falsificación”), la historia es la misma: regulaciones que en su empeño por defender derechos de autor, propiedad intelectual y demás tienen consecuencias directas sobre la libertad de uso del internet y un alcance que pudiera ser demasiado amplio.
El caso de Richard O’Dwyer
El tema del copyright sigue más que vigente. Megaupload fue un ejemplo de combate extremo al fenómeno de la piratería online y las descargas ilegales. Después del allanamiento a Kim Dotcom y el proceso irregular en que se han visto envueltos él y su empresa, son varios los sitios de carácter similar que se han visto en aprietos y que han cesado sus operaciones.
Por esa misma línea va el caso de Richard O’Dwyer, un joven británico de 24 años que está a punto de ser extraditado a Estados Unidos luego de haber sido acusado de obtener ganancias ilegales por anuncios a través de tvshack.net, una especie de buscador que listaba vínculos a otros sites para la descarga de programas de la televisión estadounidense. Aunque la mayoría de los vínculos llevaban a sites legítimos, algunos no lo eran, y ahí armaron su caso. De ser hallado culpable, O’Dwyer podría pasar hasta 10 años en cárcel.
Los abogados de O’Dwyer defienden a su cliente al decir que tvshack.net realmente no es tan diferente a otros buscadores donde los resultados muestran sitios legítimos e ilegítimos por igual. Es lo que pasa en Google, Bing, Yahoo y demás sitios. Es por este motivo que Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, ha iniciado una campaña para evitar la extradición de O’Dwyer a través de Change.org.