De todos los videos, fotos y documentos que recibes a través de plataformas como WhatsApp o Telegram, ¿cuántas dejas de abrir?
A no ser que seamos paranoicos por naturaleza, que hayamos pasado un mal rato a manos de estos recursos o bien que estemos entrenados para detectar potenciales peligros, es poco común declinar abrir cualquier cosa que llegue por mensajería instantánea, actitud que denota no solo una ignorancia sobre los potenciales peligros de tal acción, sino, además, una fe demasiado alta en los niveles de seguridad ofrecidos.
La triste realidad es que, con todo y su cacareada codificación de extremo a extremo, cualquier cosa puede filtrarse a través de WhatsApp, y usualmente la manera más subrepticia de desatar virus, malware y demás es mediante el envío de links, videos y demás documentos descargables. El modus operandi se repite en correo electrónico, redes sociales y mensajería de cualquier tipo.
Esto que estamos diciendo aquí no es algo nuevo, pero nunca está de más reforzar el punto, sobre todo cuando nos enteramos de que figuras tan prominentes como Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon, han caído en ganchos o trampas de esta clase.
¿De qué hablamos específicamente? Se trata de una historia un tanto compleja que implica a WhatsApp, un potente spyware y a un príncipe saudí. Esta desembocó en un escándalo noticioso que hace un año puso sobre el tapete la vida privada de Bezos y su relación extramarital, eventualmente llevando a un sonado y costoso divorcio.
La clave para que esta noticia fuera dada a conocer por National Enquirer en enero de 2019 parece haber sido un hackeo al móvil de Bezos que fue perpetrado por Mohammed Bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudita, al enviar un video el 1 de mayo de 2018 que contenía un potente spyware de procedencia israelita, Pegasus.
Es posible que el nombre “Pegasus” resulte familiar o conocido para muchos, pues lo cierto es que el mismo ha sido vinculado a toda clase de teorías de conspiración, inclusive en el ámbito político e industrial de República Dominicana. Es asimismo el spyware que podía instalarse a través de una simple llamada de WhatsApp en provecho de una vulnerabilidad que fue parchada de emergencia en mayo de 2019 y a la que no se le dio la gran importancia debido a ser un producto Facebook que de por sí se espera falle en ese departamento.
Resulta quizás impresionante que un príncipe se de a la tarea de hackear a Bezos, pero entonces las cosas son todavía más profundas y parecen guardar relación con Jamal Khashoggi, el periodista disidente saudí que misteriosamente no volvió a salir del consulado de su país en Estambul, Turquía, el 2 de octubre de 2018.
Eventualmente se supo que Khashoggi fue asesinado y , dado su estatus de disidente, se señaló a la casa real saudita como responsable del incidente, cosa negada por el príncipe bin Salman. Khashoggi era columnista del Washington Post, periódico comprado por Bezos en 2013. La teoría es que había una creciente animosidad hacia el fundador de Amazon por esta causa, dando a todo el caso un ligero tinte geopolítico.
La principal conclusión de esta historia tan complicada es que algo tan sencillo como recibir un video por WhatsApp es suficiente para ser víctima de un hackeo, pero, en realidad, la moraleja implícita es aún más interesante: no hay eventos desconectados en la existencia, por tanto lo que menos creemos que nos afecta termina siendo una fuerza de tremendo impacto.
Mientras tanto, arabia Saudita niega el caso y Naciones Unidas pide investigar. Ya veremos lo que trae.