En un futuro no muy lejano, podríamos tener dispositivos impulsados por procesadores híbridos de silicio y… neuronas humanas.
Estos procesadores híbridos, gracias a la presencia de esas neuronas humanas, ofrecerán no solo una mayor capacidad y velocidad de procesamiento, sino que harán un uso más eficiente de la energía.
El párrafo anterior se lee como algo atractivo, pero lo verdaderamente interesante de esta fusión es la posibilidad de sistemas intuitivos capaces de adaptarse enteramente a las necesidades, costumbres y hábitos del usuario.
Una vez más, las neuronas humanas serían las responsables de esta maravilla, ya que estos componentes tienen la habilidad de cambiar de forma, crecer, replicarse o morir en respuesta a las necesidades del sistema.
Todo lo anterior se lee como ciencia ficción, pero lo cierto es que ya hay experimentos en desarrollo que van en esta dirección, y uno de ellos se llama DishBrain.
DishBrain es un sistema desarrollado por Cortical Labs con la intención de demostrar el poder compuntacional intrínseco y adaptable de las neuronas humanas en un contexto estructurado.
Como parte de esta misión y las investigaciones al respecto, DishBrain ha aprendido a jugar Pong, uno de los primeros juegos de computadora en salir al mercado (1972). Este aprendizaje ha sido más rápido que en sistemas de inteligencia artificial.
De cara a un futuro donde posiblemente los procesadores híbridos se conviertan en la norma, vale preguntarse si DishBrain y proyectos similares son éticos. De momento, es una pregunta para debate más que para respuestas concretas.
Este tipo de investigaciones y proyectos tan solo recuerda la superioridad del cerebro humano -y de animales en general- comparado con los cerebros artificiales que impulsan computadoras y máquinas.
El cerebro humano, gracias a sus billones de conexiones neuronales, es capaz de procesar 15 trillones de operaciones por segundo.
De lograrse una fusión éticamente aceptable, los procesadores híbridos podrían ser la solución que permitiría a computadoras alcanzar un nivel de razonamiento lógico complejo.
Queda la pregunta de si esto sería ético, sobre todo cuando se mira desde la perspectiva del temor que genera en muchos la idea de una idea artificial capaz de manejarse a sí misma.