En un contexto donde los ataques digitales se vuelven cada vez más sofisticados, casi la mitad de las empresas latinoamericanas continúa sin ofrecer formación básica en ciberseguridad a sus empleados. El dato proviene de un estudio reciente de Kaspersky, que evidencia una deuda estructural en la región: los trabajadores siguen siendo el eslabón más vulnerable en la defensa corporativa.
El phishing, ese viejo conocido de la red, sigue entre las tácticas preferidas de los delincuentes. Solo que ahora aprovechan la inteligencia artificial para crear mensajes cada vez más creíbles, con correos que imitan comunicaciones internas o supuestas instrucciones de ejecutivos. Lo preocupante no es solo la facilidad con que logran engañar, sino el alcance de los daños: robo de credenciales, filtración de datos, interrupciones de servicio y pérdidas económicas que pueden escalar a millones de dólares.
Como advierte Claudio Martinelli, director general para las Américas en Kaspersky, “cada colaborador es un frente de defensa crítico ante las amenazas digitales”. La capacitación, dice, no es un gasto sino una inversión que fortalece la resiliencia de toda la organización. Y tiene razón: ningún software de seguridad puede compensar un clic mal dado por un empleado desprevenido.
El cambio, sin embargo, pasa por la cultura organizacional. Implica que las empresas promuevan hábitos de reporte de incidentes, hagan simulacros de phishing, definan políticas claras y establezcan protocolos de acceso que reduzcan los riesgos. La tecnología ayuda, pero sin una conciencia colectiva en torno a la seguridad, cualquier sistema puede fallar.
América Latina avanza en digitalización, pero todavía no logra que su fuerza laboral acompañe ese proceso con el conocimiento necesario. Mientras tanto, los ciberdelincuentes no descansan, y la educación digital sigue siendo la mejor línea de defensa.







