----
/
/
----
Tillynorwood

Ficción, arte y reemplazo: el dilema Tilly Norwood

¿Puede llegar a reemplazarnos una inteligencia artificial? La pregunta, que se repite con cada nuevo avance documentado de esta tecnología, es una que, poco a poco, va pasando de ser paranoia infundada a preocupación real.

Ejemplos hay de sobra, y basta mencionar ChatGPT, Sora, Veo y otras herramientas que andan por ahí, de fácil acceso, para entender que la inteligencia artificial en su forma generativa puede pasar de aliada a amenaza en cuestión de segundos

Nosotros, los usuarios humanos, somos quienes tenemos la última palabra de lo que ocurrirá con todo este asunto de la IA, pero a veces da la impresión de que no tenemos idea de a qué exactamente nos estamos enfrentando, y esto no es casual: en la ignorancia de las masas reside el poder de compañías como OpenAI no solo de cambiar paradigmas, sino de ejecutar una visión que prescinde del ser humano, dejándolo efectivamente sin funciones.

En este punto, la idea de un destino tipo Wall-E no parece tan descabellada. Para quienes no vieron la película o no la recuerdan, el escenario es este: los humanos, obesos y con la mirada fija en una pantalla mientras un sistema se encarga de todo, residen en una nave espacial tras verse obligados a abandonar el planeta que ellos mismos ayudaron a destruir. El prospecto de posibilidad renovada de vida en la Tierra, representado por una plantita, eventualmente los saca del trance.

Un escenario como este puede que todavía esté algo lejos en el tiempo, pero las cosas, querámoslo o no, van caminando en esa dirección. Lo que ya está ocurriendo, y que va alineado con esa visión macabra, es el reemplazo activo de humanos en funciones específicas. Ya lo estamos viendo con la crisis de empleo que afecta a los recién graduados y con las frecuentes noticias de reducción de personal en empresas de todo tipo y calibre para dar cabida a sistemas de IA que hacen el trabajo con mayor eficiencia y a menor costo.

También lo vemos en escenarios más puntuales, como el artista gráfico que pierde clientes a causa de una IA que todo lo resuelve y el fotógrafo que ve sus ingresos disminuir por la misma causa, pues ahora con un prompt se resuelve cualquier sesión de fotos sin necesidad de ir a algún lugar ni hacer cambios de ropa o escenario.

Es así como llegamos al caso Tilly Norwood, la nueva sensación que ha puesto a temblar a Hollywood y que ha generado el rechazo casi unánime de asociaciones actores y artistas en general. La joven, con su aspecto fresco y atractivo, no ha tardado en dar de qué hablar, sobre todo porque ha demostrado una versatilidad que ni las actrices más veteranas del entorno son capaces de replicar.

Por si no lo han adivinado ya, Tilly Norwood es una creación impulsada por inteligencia artificial, y es por eso que se adapta a cualquier escena o pedido del director turno, siempre manteniendo ese aspecto fresco que resulta tan importante para triunfar en la industria. La experiencia de miles de actores, probablemente sin su consentimiento, ha contribuido a esta creación por vía de machine learning, uno de los pilares de la inteligencia artificial. Asimismo, la cara de Tilly es una amalgama de caras muy reales que fueron alimentadas a un sistema con un conjunto de parámetros específicos.

En pocas palabras, Tilly Norwood es código, pero este código, sorprendentemente, tiene 55 mil seguidores en Instagram y está buscando representación. La gran pregunta: ¿por qué? ¿Por qué seguir a una creación de IA en redes sociales cuando miles de actores reales andan buscando lo mismo? ¿Qué justifica que Tilly Norwood sea motivo de debate y de preocupación entre actores?

Para ser un simple código, Tilly ha desatado una avalancha de emociones reales, tal como lo dice en su perfil de Instagram. Su creadora, la holandesa Eline Van der Velden, quien es también actriz, ha defendido su creación catalogándola de «arte», pero ello no ha acallado las críticas ni mucho menos disminuido el debate.

¿Es justo tratar toda cuestión como un simple ejercicio de arte? No, jamás, sobre todo cuando vemos que Tilly Norwood es una creación de Xicoia, un estudio de talento IA que a su vez forma parte de Particle6, un estudio de producción IA. Ambos estudios fueron fundados por Eline Van der Velden. No hay que decir más.

Así como hay planes de producir películas enteramente con IA, no se pone en duda que, eventualmente, los actores sean IA, con representación, agentes y todo lo demás. Uno de los argumentos usados para rechazar a Tilly es que la actuación es emoción humana que crea conexiones y que deriva de experiencias de vida, algo que esta creación digital no tiene. Por ahora es un argumento válido, pero en la medida en que nos vayamos compenetrando con esta tecnología, por adaptación forzada, esta noción de emociones humanas se irá diluyendo hasta no tener significado alguno.

Este asunto de Tilly Norwood, como ha ocurrido con otras instancias donde la IA es protagonista, ya se ha visto en el cine: en el año 2002 se estrenó la película Sim0ne, protagonizada por Al Pacino, que interpretada a un director de cine que, al verse en apuros tras perder a su principal estrella, decide crear una actriz virtual para sustituirla. A diferencia de Tilly, se hace un esfuerzo considerable por ocultar la verdadera naturaleza de S1m0ne.

¿Será que estamos siguiendo un libreto y no lo sabemos? El tiempo dirá.

Deja una respuesta

AUTORA

ROCIO DIAZ

ARTICULOS RECIENTES

Categorías

instagram