Manejar a oscuras no es para nada divertido: pese a que el vehículo, en teoría al menos, tiene sus luces, el riesgo de chocar con un obstáculo o de desviarse del camino está presente. Como no siempre se puede contar con alumbrado público, Ford propone una serie de mejoras tecnológicas que implican GPS y cámaras.
La norma es que los vehículos modernos cuenten con los más variados sensores, siendo uno de ellos el de detección de obstáculos, particularmente útil cuando se estaciona el vehículo de reversa o cuando se anda por lugares poco frecuentados. Como la visibilidad nocturna es considerablemente más reducida, Ford refuerza el mecanismo con una cámara infrarroja ubicada en la parrilla delantera. En base al calor corporal emitido por gente y animales grandes puede detectar su presencia una distancia de hasta 120 metros (394 pies), iluminándolos de paso con focos ubicados bajo las luces y que se activan al momento. Asimismo, en la pantalla interna se presenta la advertencia correspondiente.
Un segundo punto de mejora para fines de manejo nocturno es la iluminación del vehículo: a veces las luces delanteras resultan insuficientes, y ni siquiera con las luces altas o las de neblina activada mejoran las condiciones de visibilidad. Para ello Ford se vale de GPS para determinar la estructura de la vía y ajustar la iluminación de manera intuitiva, con énfasis en curvaturas, cruces, empalmes y salidas.
La pregunta obligada: ¿qué pasa si el sistema de GPS falla por tratarse de un área extremadamente rural o por otras cuestiones? Una cámara se encarga de detectar las señalizaciones en el pavimento para predecir el camino que sigue la vía. El sistema tiene memoria, de manera que en una próxima ocasión ajustará las luces de manera automática.
Ford se encuentra actualmente desarrollando estas tecnologías en sus laboratorios de Alemania. No hay todavía información acerca de su disponibilidad.
