Cortesía de la pandemia, 2020 y 2021 fueron años donde primó el convencimiento de que el trabajo remoto llegó para quedarse, pero desde mediados de 2022 empezaron a verse indicios que indicaban lo contrario.
¿Qué ha pasado? ¿Va de salida el concepto de trabajo remoto, o se está afianzando en algunos círculos? Depende de cómo se mire.
Empecemos por una realidad irrefutable: no todos los trabajos se adaptan o se acoplan a la modalidad remota de trabajo, y eso fue algo que millones de personas pudieron observar de primera mano durante la pandemia.
De esa misma forma, hay trabajos que hacen más sentido en formato remoto y no presencial, sobre todo cuando no hay horarios atados o las labores requieren de mucha movilización para su realización.
Si algo nos dejó claro la pandemia es que el trabajo remoto trae consigo una serie de retos a nivel de comunicación, socialización y hasta visibilidad.
Cierto es que hay mecanismos que facilitan la interacción y colaboración remotas, pero su éxito depende en gran parte del grado de compromiso y de la mentalidad de las partes involucradas.
Hay quienes reconocen que las libertades que otorga el trabajo remoto tienen una contraparte de responsabilidad que debe cumplirse cuando así lo exige el empleador.
En pocas palabras, si se convoca a una reunión, sea presencial o en videollamada, debe cumplirse con la asistencia a la misma aun si “interrumpe” el flujo de actividades que permite la modalidad remota.
Uno de los grandes problemas del trabajo remoto es que no todos los empleados asumen la responsabilidad que implica el trabajar sin supervisión directa, y es por eso que grandes corporaciones en Estados Undos y Europa están presionando desde 2022 a un retorno presencial en oficina.
Amazon es una de las más recientes en unirse a la creciente lista de compañías que apuestan al trabajo presencial, pero el llamado de su CEO, Andy Jassy, ha recibido tremendo rechazo: una encuesta en el sitio anónimo laboral Blind revela que 75 por ciento de los trabajadores está dispuesto a renunciar antes que volver a la oficina en enero próximo.
Para quienes trabajan remotamente de manera responsable, el mandato de volver obligatoriamente a la oficina es como una bofetada en la que aplica el refrán aquel de que pagan justos por pecadores, y no están tan equivocados en esta visión: la resistencia a la modalidad remota no obedece únicamente a una visión cuadrada o anticuada del mundo laboral, sino a que hay millones de individuos que abusan de las libertades que otorga el trabajo remoto.