Cómo cambian los tiempos. 40, 30 años atrás era todavía normal que la boleta del cine te la vendiera una persona, que el cobro del peaje fuera recibido por una persona y que en el aeropuerto una persona te asistiera en el trámite del vuelo.
En la actualidad, esas tres actividades son mayormente efectuadas por máquinas, y no son las únicas en recibir el tratamiento autónomo por un tema de eficiencia, rapidez y costos: una cantidad creciente de establecimientos de comida, de tiendas y de supermercados han adoptado la modalidad, y todo indica que seguirá expandiéndose la tendencia.
Cierto es que en mercados como el dominicano todavía no está tan marcado ese nivel de automatización y autoservicio, pero es cuestión de tiempo que se convierta en la norma más que en la excepción porque la realidad es que todos los caminos conducen a ese futuro.
Entre la prisa y las distracciones del día a día, poco nos damos cuenta de que, gracias a este afán de automatización, el arte del servicio al cliente no solo se está perdiendo, sino que está afectando la realidad laboral y el tejido social de una sociedad cada vez más desapegada e impersonal.
Podemos culpar a las computadoras y los recursos online por este camino que transitamos, pero no hay mayor amenaza que la inteligencia artificial en este terreno, pues es esta tecnología la que permite prescindir de personal humano en cada escenario imaginable, desde elaboración de alimentos hasta call centers.
La evidencia está a la vista: universitarios recién graduados con pocos o nulos prospectos de empleo porque la IA se ha encargado de llenar las vacantes, y la preocupación de qué pasará con la humanidad cuando de repente se caiga en cuenta de que estudiar y hacer carrera universitaria es un ejercicio inútil porque no hay posibilidad real de poner esos conocimientos en uso o en ejecución.
La idea de que la IA puede hacernos inútiles y obsoletos puede parecer en principio exagerada, pero es un hecho ya demostrado que esta tecnología no discrimina a la hora de relevar gente.
Para ilustrar el punto, ahí está la peculiar propuesta de negocio que próximamente se pondrá en marcha en Dubai: Self.space, un estudio fotográfico carente de fotógrafos donde la IA todo lo maneja y controla, ideal para quienes no disfrutan de hacerse fotos con un tercero.
El concepto luce cool, futurista y hasta vanguardista, ¿pero a qué costo? Es un ejemplo más de cómo la gente y su talento son sustituidos por máquinas entrenadas hasta relegar todo al olvido.







